miércoles, 25 de junio de 2014

junio 25, 2014
David Goldberg / La Nación (Costa Rica)

BELO HORIZONTE, 25 de junio.- El empate que logró ante Inglaterra promovió a la Selección de hazaña a leyenda.

Con ese punto logró consolidar el primer lugar del grupo D, el de los tres excampeones mundiales, los que supuestamente eran invencibles. Otra página para el libro que deberá escribírseles; otra escena para la película que deberá filmárseles. Y la historia aún no acaba.

Keylor Navas salta con autoridad para apropiarse de la pelota ante el acoso de los ingleses Adam Lallana y Daniel Sturridge. Júnior Díaz (15), Roy Miller y Celso Borges (der.) lo resguardan. (AFP)

Terminar la fase inicial de Brasil 2014 con siete puntos en tres juegos, con solo un gol recibido y de penal, es algo que solo pudo imaginar un surrealista. “Costa Rica no tiene la capacidad para competir”, decían antes. “Costa Rica es el matagigantes”, dicen ahora.


Un marcador de 0-0 contra Inglaterra hubiese sido demasiado buen botín antes del Mundial. ¿Quién no lo hubiese firmado?

Pero por alguna extraña razón, en este momento de embriaguez futbolística queda la ingrata sensación de que la Sele se quedó corta.

Dejó a todos con las ganas de perder la razón otra vez con un grito de gol, pero lo más cerca fue el palo de Celso Borges. Debe ser el síndrome de primero creerse los más malos y tras un par de resultados pasar a ser los más buenos.

Sin embargo, se debe tener claro que el rival que estaba al frente fue duro; durísimo. Los hijos de la Reina no jugaron un mal Mundial, simplemente no golpearon cuando tuvieron la oportunidad.

Contra la Tricolor, aun y cuando pusieron en la suave cancha del estadio Mineirão de Belo Horizonte un equipo alternativo, les sucedió lo mismo.

Se sufrió con Daniel Sturridge, quien tuvo por lo menos tres opciones de gol, y se pasó un mal rato con Jack Wilshere, quien es puro talento en el medio. Ambos aprovecharon muchos de los espacios que los costarricenses dejaron, los cuales no aparecieron antes.

Todo eso explica el por qué de que el trofeo al jugador más valioso del partido fuese para Keylor Navas, quien es el mejor bálsamo para un día en que las cosas no salen como en la pizarra. La seguridad que ofrece en el arco es sobrenatural.

Alto nivel. Pero es que no se puede jugar todos los días a un nivel de tanta excelencia. Si se hiciera, no se habría gastado la palabra “historia” en esta aventura tica por suelo brasileño. Lo positivo es que hasta cuando se anduvo más o menos, se le sacó un empate a los inventores del fútbol.

Bryan Ruiz volvió a deleitar con su técnica, Celso Borges con su despliegue y Yeltsin Tejeda con su recuperación; no obstante, a ellos y a sus compañeros les faltó también más precisión con la pelota.

Se fallaron muchos pases, semejando al equipo de los compromisos amistosos y no al de los encuentros mágicos ante uruguayos e italianos, que ahora serán el parámetro para toda la vida.

Eso, a menos de que el domingo ante Grecia, en el partido más importante que cualquier tico haya visto, se rompa otra barrera.