miércoles, 11 de junio de 2014

junio 11, 2014
Eduardo Ibarra Aguirre / Utopía 1403 / 11-VI-14

Dos valientes jóvenes irrumpieron, el 9 de junio, en el foro organizado en Madrid por el trasnacional Grupo Prisa y el diario El País, en el que mientras Enrique Peña exponía lo increparon por el caso Atenco, que ya marcó de por vida al presidente mexicano, y las violaciones a los derechos humanos que le documentan una vez y otra también acreditadas organizaciones del derecho humanitario en la aldea global y la mismísima Organización de las Naciones Unidas. No son reclamos de muchachos “radicalizados” que sólo buscan echar a perder la fiesta al titular del Ejecutivo, que quizá más viajó allende nuestras fronteras en los primeros 18 meses de gobierno.



Recientemente, Fundar, Centro de Análisis e Investigación, Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad y Servicios y Asesoría para la Paz, presentaron ante el Comité contra la Desaparición Forzada de la ONU un informe en el que documentan “un total de 20,810 personas desaparecidas oficialmente reconocidas entre 2006 y mayo del 2014. De acuerdo a las listas depuradas, existen 13,195 personas desaparecidas durante el sexenio del presidente Felipe Calderón, más 7,615 personas desaparecidas en lo que va del sexenio del presidente Enrique Peña Nieto.” Y “resulta alarmante que las desapariciones de personas continúan durante la presente administración y que la cifra de personas desaparecidas en menos de dos años del gobierno de Peña Nieto representa el 60% del total”.


Es decir, que los gritos de los jóvenes –“¡Está vendiendo Atenco. Quiere vender todo el país!”– expresan un hondo reclamo que se reprodujo en diversas partes de la visita de Estado a España en momentos en que el muy enriquecido Juan Carlos I, con el cabildeo a favor de las trasnacionales españolas y otras trácalas, va de salida con más pena que gloria, a pesar del importante papel desempeñado en la transición española a la democracia.

Al respecto, Peña Nieto dijo con más apego a la solemnidad del que es sorprendido y se encuentra contrariado: “México ha avanzado, y por eso las expresiones, quizá como la que observamos hace un momento, que no deben llamar mayormente la atención, porque son rostro del México democrático, del México plural”.

Ocurre que en el país del “rostro democrático”, el Estado Mayor Presidencial no permite la más mínima expresión de protesta frente a su jefe, por lo que seguramente lo acontecido motivará que rueden cabezas castrenses por el desaguisado en una gira con los monarcas y que parecía cuento de hadas.

El presidente de El País, Juan Luis Cebrián, a quien me presentó el buen y simpático Ismael en Moscú en 1978, se refirió al hecho: “Nosotros creemos en la democracia participativa y que el presidente de México venció limpiamente en las elecciones democráticas”. Frase que costará muy cara a los causantes mexicanos.

Lo importante es, sin embargo, que al maestro en administración de empresas que presuntamente no goza de buena salud, de acuerdo a diversas  versiones y no sólo la de su crítico acérrimo Andrés López Obrador, no lo indignó el incidente en el foro, tampoco los acusatorios gritos en diversas partes de Madrid.

Me parece que es un buen dato, sobre todo cuando el malestar social y la movilización ciudadana es previsible sufran un incremente en los próximos meses por el crecimiento mediocre de la economía, la carencia de empleos en general y bien remunerados en particular, además de la persistencia de la inseguridad pública auspiciada por el crimen organizado, y que según Peña “está claramente focalizada e identificada” en Tamaulipas, Guerrero y Michoacán.

Acuse de recibo

“(…) sin lugar a dudas usted tiene toda la razón en su Utopía 1402. Violencia, escuela pública y Chuayffet (9-VI-14). La escuela no puede ni debe deslindarse del ambiente de violencia que se vive dentro de ella, porque si bien es cierto que ‘El hogar, la calle y los medios contribuyen a la violencia que se expresa en las escuelas...’, también es cierto que la escuela debe ser educadora de normas de conductas correctas y de valores cívico y éticos, entre otros. Por otro lado, insisto, en que se deben implementar políticas públicas para prevenir la violencia dentro de las escuelas antes que incrementar las penas para los alumnos. Por último, cada sexenio es lo mismo, cambian al secretario de Educación y para ‘que se note’ que llegó uno nuevo, cambia junto con todo su séquito, el programa de estudios anterior; ese que apenas van aprendiendo los maestros a poner en práctica”. La opinión es de la solidaria lectora Abigail Bello Gallardo… Para Jorge Rogelio Castro “no es sólo combatir el bullying famoso, sino incorporar mediante una confederación de pasantes universitarios a suplir maistros, que cobran y además de no enseñar multiplican aviadores”… “Todo sube y nada baja y el pelón que viaja y viaja”, dijo al aire Manuel (El Loco) Valdés y concluyó su programa en Canal 2 de Televisa, la de “Los soldados del PRI” de Luis Echeverría, el de la masacre del 10 de junio de 1971.