martes, 10 de junio de 2014

junio 10, 2014
Carlos Loret de Mola Álvarez | 10-VI-14

Qué buenos vendedores son los brasileños. Pero ni hay tanta prosperidad económica, ni la infraestructura es moderna, ni las comunicaciones avanzadas, ni la belleza colonial abruma. Sólo falta que su Selección no gane el Mundial.

Pero lo que tienen, lo venden muy bien. Y quizá el mejor vendedor de todos ellos se llama Luiz Inácio Lula Da Silva, el exitoso ex presidente.

Hay algo en los inversionistas de derecha que les hace adorar a los hombres de izquierda que se convierten al libre mercado. Lula fue hasta guerrillero pero manejó la economía de su país como fiel neoliberal. Eso fascinó a los dueños del dinero. 


(En equilibrio, hay que señalar que los políticos “progres” se sienten tan fascinados cuando alguien del régimen se les une que hasta dirigente lo vuelven. Basta revisar los pasados de la mayoría de los hoy izquierdistas mexicanos)


El fin de semana, Lula rechazó las opiniones de expertos que han elegido a México como el nuevo país de moda. Dijo que se había enterado de los fundamentos económicos y que “todo es peor que Brasil”.

No es verdad.

El aeropuerto de Río de Janeiro es como el del Distrito Federal hace 20 años. El tráfico es 60% más tardado (y eso que Sao Paulo es la ciudad de mayores congestionamientos viales), el internet corre más lento, los celulares se cortan con más frecuencia y la luz varía más seguido.

Leblon y Copacabana son más caros que Polanco y Las Lomas. Sus viviendas sufren de unos años a la fecha una burbuja de precios —quizá atribuible a la sucesión de país de moda con país de Mundial— que terminará por reventar.

Los edificios más modernos de Brasil no lo son tanto ni tantos como los mexicanos, cualquier servicio tiene menor calidad —bancos y hoteles, por ejemplo— y el comercio electrónico es casi inexistente y los niveles de pobreza e inseguridad son comparables.

En sus declaraciones de fin de semana, Lula se quejó de que la apertura al capital privado que apenas está buscando Pemex, Petrobras la goza hace dos décadas.

En Brasil, apenas fue denunciado el más reciente escándalo de corrupción entre las finanzas de la petrolera estatal y el partido en el poder, como nuestro Pemexgate del año 2000. Y en territorio carioca uno puede encontrarse pintas callejeras de “Petrobras no se vende”.

El nuevo metrobús de Río se inauguró pero no funciona, como la Línea 12, el estadio de Brasilia costó el triple de lo presupuestado, como la Estela de Luz, y hace algunos años apareció en video un político de izquierda con fajos de billetes, como Bejarano.

El año pasado, Brasil creció el doble que México: 2.3% del PIB contra 1.1%. El mes pasado sufrieron los sudamericanos el doble de inflación que nosotros. Desempleo: 4.9% contra 4.8%. Su deuda representa 66% del PIB brasileño, la mexicana es 46%. Corrupción: Brasil es el lugar 35 del mundo y México el 42. En competitividad, iguales.

Así que como todo buen vendedor, Lula dice unas cuantas verdades para esconder unas cuantas mentiras.

Brasil y México tienen muchas similitudes, pero en un final de fotografía, la de México sale más moderna.

SACIAMORBOS

Aseguran que se volvió testigo protegido en EU y que le fue tan bien en su acuerdo que hasta puede operar su Cártel desde allá.