domingo, 8 de junio de 2014

junio 08, 2014
CIUDAD DEL VATICANO, 8 de junio de 2014.- La sorpresa, elemento fundamental del pontificado de Francisco. Desde su elección como vicario de Cristo, el Papa no ha dejado de emocionar con gestos inéditos. Este día, en la festividad católica de Pentecostés, él mismo ofreció las claves para comprender el por qué de su insistente llamado a una Iglesia “en salida”, que vaya al encuentro de la gente. Y advirtió: “Atención, si la Iglesia está viva siempre debe sorprender, si no, es una Iglesia débil, enferma, moribunda, que debe ser internada en terapia intensiva”.

Fueron palabras improvisadas en su discurso con motivo de la bendición con el Regina Coelli, pronunciado al mediodía de este domingo desde la ventana de su estudio personal en el Palacio Apostólico del Vaticano. No fueron frases casuales, tiradas al viento. Por algo el pontífice exclamó: “Nuestro Dios es un Dios de las sorpresas, lo sabemos”.

Sorpresas. El Papa Francisco se reunió ayer con los miembros del equipo de fútbol amputado nacional italiano y jugó con una pelota de básquetbol en una audiencia especial para los miembros del CSI (centros deportivos italianos) en la Plaza de San Pedro en el Vaticano. El pontífice se tomó una selfie con los deportistas y demostró su dominio del balón.

En la plaza se había congregado una multitud de más de 40 mil personas. “La Iglesia del Pentecostés no se resigna a ser inocua, demasiado destilada, un elemento decorativo. Ella nace una y universal, con una identidad precisa, pero abierta, una Iglesia que abraza el mundo pero no lo captura, como las columnas de esta plaza: dos brazos que se abren para acoger, pero no se cierran para aferrar”.




Esa vocación por las sorpresas no se trata de un proyecto personalista de Jorge Mario Bergoglio, ni siquiera una estrategia política. Es una cualidad impresa desde los orígenes. Así lo hizo ver el mismo Papa, al recordar la venida del espíritu santo sobre los apóstoles en Pentecostés. 


“Algunos en Jerusalén habrían preferido que los discípulos de Jesús permaneciesen cerrados en casa para no crear confusión. Y así quisieran otros que ocurriese ahora. Al contrario, el señor resucitado los empuja hacia el mundo. Así está llamada a ser siempre la Iglesia: capaz de sorprender anunciando a todos que Jesucristo venció la muerte, que los brazos de Dios están siempre abiertos, que su paciencia está siempre ahí esperándonos para curarnos y perdonarnos”, indicó.


También improvisando, Francisco reconoció que pocos minutos antes de recibir el espíritu santo los apóstoles “eran unos cobardes”, pero con la fuerza del alto sorprendieron a todos hablando cada quien en diversas lenguas. Ese día, insistió, tuvo lugar el “bautismo” de una Iglesia con dos características fundamentales: sorpresa y maravilla. Hasta ese momento, los apóstoles eran un “grupito insignificante”, compuesto por “perdedores huérfanos de su maestro”, precisó.
Pero después del Pentecostés –añadió-, se forja “una Iglesia que no duda de salir afuera, al encuentro con la gente, para anunciar el mensaje que le ha sido confiado, aunque eso moleste e inquiete las conciencias.  Eso a veces nos trae problemas, también muchos veces nos lleva al martirio”.


Antes del Regina Coelli, por la mañana, el Papa se había ya referido al mismo tema durante el sermón de la misa de Pentecostés, que celebró en la Basílica de San Pedro. En la homilía mencionó las características del espíritu santo, que a los cristianos les “enseña”, les “recuerda” y les “hace hablar”.  


Precisó que aunque el espíritu enseña el camino justo, es algo más que un “maestro de doctrina”. Es, en realidad, “un maestro de vida” que va más allá del saber o el conocer. El espíritu –agregó- es la “memoria viva de la Iglesia” porque hace recordar y comprender las palabras de Jesús.

“Un cristiano sin memoria no es un verdadero cristiano: es un cristiano a mitad del camino, es un hombre y una mujer prisioneros del momento, que no saben atesorar su historia, no saben leerla y vivirla como historia de salvación. Al contrario, con la ayuda del espíritu santo podemos interpretar las inspiraciones interiores y los acontecimientos de la vida a la luz de la palabra de Jesús”, estableció.



Según el Papa el espíritu hace a los cristianos hablar con Dios y con los hombres. “¡No existen cristianos mudos, no hay espacio para eso!”, indicó. Sostuvo que ese hablar se da a través de la oración, pero también mediante el diálogo fraterno con los demás que lleva a la amistad, a la ternura, a comprender las angustias y las esperanzas, las tristezas y las alegrías.


Francisco aclaró que el espíritu también genera “hombres de profecía”, personas que denuncien abiertamente las contradicciones y las injusticias “con franqueza”, pero “siempre con humildad e intención constructiva”.

Al final del Regina Coelli, el líder católico recordó el histórico encuentro de este domingo que sostendrá con Shimon Peres y Mahmud Abbás: “Como saben, esta tarde en El Vaticano los presidentes de Israel y Palestina se unirán a mí y al Patriarca Ecuménico de Constantinopla para invocar de Dios el don de la Paz en la Tierra Santa, en el Medio Oriente y en el mundo entero. Deseo agradecer a todos los que, personalmente o en comunidad, han rezado y están rezando por este encuentro, y se unirán espiritualmente a nuestra súplica. ¡Muchas gracias!”. (Andrés Beltramo Álvarez / La Stampa / La Repubblica)