domingo, 18 de mayo de 2014

mayo 18, 2014
PACHUCA, Hidalgo, 18 de mayo.- De la final entre Pachuca y León pocos se acordarán. Pasará a la historia como una de las más malas de la historia, valga la redundancia. Así de fácil. Dos equipos a los que les pesó demasiado y que llevaron arrastrando esa etiqueta hasta la cancha.


La virtud del Pachuca había sido saber controlar el dinámico sistema de León. Para tanta velocidad, nada como tanta parsimonia y hielo, eso para lo que Enrique Meza es especialista.

Y así, el partido se fue corriendo lento, con un equipo con ADN propositivo, pero atado hasta las anginas, y otro que no llevaba prisa en ir a hacer daño a la meta de Yarbrough y que puso el tener lejos de su portería el balón como su principal objetivo.





Aún así, el guardameta de León tuvo algunas buenas intervenciones que impidieron que Pachuca, dentro del tiempo reglamentario, pudiera definir la serie.

Pero era demasiado arriesgue ante un equipo como León que, está comprobado, cuenta con el mejor medio campo del fútbol mexicano. Luis Montes logró soltarse de los amarres del rival y el cambio llegó, aunque de manera paulatina, para los esmeraldas. 

Óscar Pérez comenzó a aparecer más hasta que, ya de plano, no pudo y un error suyo, tras una salvada heroica, le abrió las puertas al León al minuto 65 tras un remate de cabeza de Boselli que el portero de los Tuzos detuvo en una primera instancia pero que, para su mala fortuna, al caer al suelo no pudo evitar que el balón se le escurriera de las manos para colarse.

Pero el ritmo del partido no cambió, ambos equipos parecían satisfechos y firmaron el alargue.

El primer tiempo extra pasó sin pena ni gloria, con un ritmo semilento. En el segundo lapso y cuando menos se esperaba un tiro de esquina por banda derecha fue rematado por Nacho González al minuto 106 y dejó sin oportunidad al Conejo Pérez.

Llegó el silbatazo final y revalidó el séptimo título en la historia de la escuadra guanajuatense. (La Afición)