domingo, 18 de mayo de 2014

mayo 18, 2014

El sabio Obispo don Crescencio Carrillo y Ancona era en extremo celoso de la buena conducta de los curas párrocos, especialmente de los que desempeñaban curatos en el interior del Estado. Habiendo recibido varias quejas referentes a la de cierto curita gachupín, pidió informes confidenciales al General don Teodosio Canto, que tenía una hacienda próxima al pueblo donde aquel ejercía su ministerio.

---"Bueno,---dijo el general--- él es chico parejo: juega, enamora, bebe y corre una parranda con nosotros cuando se ofrece... Pero eso sí, por más borracho que esté, a las cuatro de la mañana está en su iglesia diciendo su misa."