domingo, 18 de mayo de 2014

mayo 18, 2014

En la sacristía de la iglesia de Dzitás había, pintado en la pared, un epitafio en verso que decía así:

"Pasó Zenona Galaz
de esta vida transitoria
a la mansión de la Gloria,
en donde reposa en paz;
la acompaña Nicolás,
y también don Juan Trocones,
don Primitivo Quiñones,
su hijo Bruno y otros más.
Todos eran de Dzitás"...


Y como la décima estaba trunca, un guasón la completó escribiendo con carbón el último verso:
"y un hatajo de... bribones".

Molesto el cura por esta ireverencia y por el empeño con que los visitantes foráneos pedían ver el consabido epitafio, lo mandó borrar con una lechada de cal.