domingo, 11 de mayo de 2014

mayo 11, 2014

El rico banquero y hacendado don Eduardo Bolio, a quien sus contemporáneos llamaron "El Burro", a pesar de haber sido uno de los yucatecos más inteligentes de su época, tenía ciertas excentricidades que lo hacían difícil de tratar. Pero su cajero y contador don Juan Tejero sabía adaptarse a ellas y hasta canalizarlas en provecho propio.

De vuelta de un viaje, don Eduardo se indignó por ver el patio de la oficina lleno de yerbas y basuras y preguntó si entre tantos empleados ninguno había podido limpiarlo.

Tejero, sin replicar, cogió una coa y se puso a desyerbar... Y al fin de mes, revisando las facturas, don Eduardo encontró una partida que decía: "Por desyerbar el patio de la oficina, $500." --¡Cómo! ¿Quinientos pesos por desyerbar el patio? Un mozo cualquiera lo hubiera hecho por dos".

__"Sí;--contestó Tejero-- un mozo cualquiera hubiera cobrado dos pesos, pero el Cajero de don Eduardo Bolio no lo hace por menos de quinientos"...

El excéntrico prócer se rio y aprobó la partida.