jueves, 15 de mayo de 2014

mayo 15, 2014
Juan Acuesta Rodríguez

Hoy 15 de Mayo se conmemoró un año más del Día del Maestro y con pena y, por qué no decirlo, disgusto, escuché, por la radio en mi auto, cómo de manera sistemática locutores, conductores o, como se les llame a los comunicadores, arengaban contra el magisterio.
La profesora Nidia Magdalena Góngora López recibió este día de manos del Gobernador Rolando Zapata Bello, el reconocimiento Maestro Distinguido 2014.

Señores, si ustedes están en donde están, es porque en el correr de su vida tuvieron maestros. Estoy plenamente cierto que, como un servidor, tuvieron buenos maestros y malos maestros, pero estoy plenamente seguro de que fueron más los buenos que los malos.

Aún recuerdo a mi última maestra de kínder, cómo se preocupaba, cómo nos recibía en la escuela y cómo se dedicaba a cada uno de los niños que estábamos en su grupo.

A mi maestra de párvulos, cuando en ese entonces se usaba la regla, el cinturón y hasta el borrador --lo cual, obvio, no apruebo--, pero cómo nos enseñaban en el aula. Aprendí a leer, escribir, a sumar y a restar.

Qué decir de mis maestras de primaria, maestras notables comprometidas con la enseñanza y con su vocación, desde el primero hasta el sexto año. Con ellas aprendí Historia, Geografía, Biología, la famosa raíz cuadrada, tan temida en aquel entonces; las tablas de multiplicar... sí es cierto, en ese entonces la memoria prevalecía en el sistema de enseñanza, pero qué enseñanza y qué aprendizaje, señores.
Al finalizar el acto protocolario, Zapata Bello se trasladó a un costado del presídium en la Plaza del Maestro para develar la placa que inmortaliza la trayectoria de Nidia Magdalena Góngora López.

En ese entonces una mala actitud, un mal comportamiento eran severamente sancionados, pero yo les pregunto, de ese conglomerado de alumnos de aquel tiempo, cuántos buenos ciudadanos surgieron. Muchos de ellos son destacados empresarios, jefes en algunas instituciones, empleados en otras, y ¿por qué no decirlo? algunos, quizá los más hábiles y no tan buenos, políticos.

Aún recuerdo que era muy travieso, muy inquieto, y en ocasiones alguna de mis maestras me jalaba mis patillas, que hasta de puntillas quedaba, pero la sanción era en el momento y no volvía a caer en el mismo error.

De la secundaria, pues ahí, por el sistema de enseñanza, que era por materias, tuve un sinnúmero de maestros. Si mi memoria no me traiciona, eran seis materias y cuatro actividades por grado. Las actividades eran talleres, educación física, orientación vocacional y civismo. Y lo mismo en segundo y tercero de secundaria. Eso quiere decir que tuve entre treinta y treinta y cinco maestros en ese período.

Recuerdo perfectamente bien a la gran mayoría de ellos y es en ella que aprendí querer tanto a mi Patria.

Menciono algunos nombres que son los que recuerdo en este momento, porque, en verdad, fueron muy buenos maestros en su mayoría. Los prefectos, el director y los subdirectores. Pero sí puedo decir que en segundo año, en Biología, si vi tres veces a mi maestra titular, fue mucho; siempre con suplentes. Y el auxiliar de laboratorio, una charlotada. No malos, pésimos.

Como verán, tuve buenos maestros. Angelina Cintra, Jaime Almeida, Alfonso Vázquez, el Lic. Ongay Machín, Alfonso Sánchez Tello, Gilda Pérez Monforte, Esteban Andrade, Monroy Huitrón, Leticia Bolio, Telma Antuña Rubio, Jaime Vázquez Barceló, el Prof. Parra, conocido como el "Zorrito"; Cesáreo Chan Blanco, el maestro Bolio, Felipe Domínguez, el Maestro Lizarraga, su madre, quien nos daba Literatura, el Profr. Sarquiz, el Profr. Medina, esos daban electricidad; José Cervera ("Pepito"), el Profr. Lino y el "Choco krispies" y el Maestro Arceo, Rogelio Rivero Alvarado, quien era el director. "La Sardina" y el Profr. Pastor, conocido como "Paxim", que eran los prefectos, y un sinnúmero de maestros a los cuales les ofrezco disculpas por no mencionarlos.

Como se darán cuenta, tuve maestros de primer nivel, de primera línea en aquel entonces.

Gracias a esos docentes pude llegar a la prepa, y a la licenciatura, de las cuales otro día les platicaré, pero en ambas tuve en su mayoría excelentes maestros y a todos ellos, como a mi dedicación, desde luego, y a mi formación familiar, les debo lo que soy hoy en día.

Hago un homenaje a todos estos maestros que a lo largo de mi vida depositaron en mí sus conocimientos, sus principios.

Considero que si han de criticar --me refiero a los medios-- al magisterio, lo hagan contra sus dirigentes, contra los gobiernos que han precedido y que de alguna manera han dejado su sello cada sexenio en la educación. Ellos son los que marcan las pautas a seguir con los educandos, y cambian y cambian copiando sistemas europeos, sistemas argentinos, y no se enfocan a la idiosincrasia del mexicano; si no, volteen hacia el campo y miren cómo hicieron una desgracia de él, que durante décadas les estuvieron pagando sin hacer nada. Semana a semana eran las ministraciones para los ejidatarios a lo largo y ancho del país.

Hoy en día, les aseguro que son muchos, pero muchos más los maestros buenos que los maestros malos y que, sí es cierto, dentro de la Secretaría existe gente negativa, totalmente negativa, que no debe estar ahí, y qué decir de los sindicatos, zánganos y parásitos en su mayoría. Pero repito: es producto de nuestros sistemas gubernamentales que rigen la pauta de nuestra educación.

Señores comunicadores, hoy por la radio hablaron de maestros que perciben más sueldo que el mismo Presidente de la República. Den sus nombres y digan en qué escuelas o en qué oficinas están. Si van a dar una información, denla completa, como debe ser. Si hablaron de las marchas, cuenten cuántos hay y averigüen cuántos en verdad son maestros. Saben perfectamente que hay muchos infiltrados patrocinados por alguien. Y chequen el Padrón Nacional del Magisterio y verán que quienes están marchando son una minoría con respecto al número total del magisterio en el país. 

Señores comunicadores, por maestros como los que arriba mencioné, están ustedes donde están y son ustedes lo que son. Obvio, también muchos de ustedes, por su capacidad, aunque los hay por compadrazgos también. No me vengan a decir que todos son unas blancas palomas, cuando saben perfectamente que algunos, a través de dádivas o sobornos, hablan a favor o en contra de alguien.

Sean sensatos y honren a una profesión tan digna como lo es el magisterio.

Es cuanto.