lunes, 26 de mayo de 2014

mayo 26, 2014
Armando "Catón" Fuentes Aguirre

El cuento que descorre hoy el telón de esta columnejilla es de tal manera sicalíptico que las personas de moral acrisolada deberían abstenerse de leerlo. Helo aquí... Don Poseidón, granjero acomodado, tenía un hijo en edad de merecer, pero de poco caletre. El muchacho se veía siempre enteco y escuchimizado, y su padre descubrió la causa: Puñerito -así se llamaba el mocetón-era dado a incurrir con excesiva asiduidad en un solitario placer que lo tenía desmejorado y abatido. Pensó el granjero que la mejor manera de apartar a su hijo de ese hábito sería conseguirle mujer para que se casara. Habló con su compadre Prócoro, y éste le concedió gustoso a Puñerito la mano de su hija Gloricela. Se llevó a cabo el desposorio. Después de la fiesta nupcial el flamante novio llevó a su mujercita a la casa paterna. Ahí pasarían su noche de bodas. Don Poseidón decidió asomarse discretamente a la alcoba de los recién casados a fin de observar el desempeño de su hijo como marido. Grande fue su sorpresa cuando al abrir la puerta vio a Puñerito entregado a su misma acción onanística de siempre. Advirtió el muchacho la presencia de su padre, y antes de que éste pudiera pronunciar palabra le explicó: "A ella ya se le cansó el brazo"... No va al garete ni hace agua -al menos todavía-, pero me preocupa eso que con nomenclatura marinera se conoce como "la nave del Estado". La administración de Peña Nieto, que en un principio obtuvo logros importantes, parece haber entrado en la calígine. Y eso es muy peligroso, sobre todo porque  no sé qué significa la palabra "calígine". (Nota de la redacción: En auxilio de nuestro estimado colaborador apuntaremos que el término "calígine" quiere decir, entre otras cosas, niebla). En efecto, algunas de las reformas emprendidas -la energética, la política, y sobre todo, la fiscal- han provocado desasosiego e inquietud, y la última -la fiscal- ha sido causa de general irritación. Tengo una teoría para explicar tal cosa. Esas reformas se han hecho mirando al Estado, y no a la gente. La llamada reforma petrolera tiende a dar al Gobierno un mayor margen de maniobra para pactar la explotación de los recursos energéticos con grandes empresas privadas, que serán casi todas extranjeras. La reforma política ha fortalecido, por encima del interés nacional, a los partidos políticos, aliados del Estado en la conducción de los asuntos públicos. La reforma fiscal, por su parte, fue diseñada para allegar mayores recursos al Gobierno extrayendo de los contribuyentes hasta el último centavo que puedan aportar, y metiéndolos en un laberinto tributario ante el cual las más absurdas invenciones de Kafka parecen razonables silogismos. De otro modo dichas las cosas, el Gobierno ha dado la espalda a los ciudadanos para mirarse a sí mismo en un espejo que le presenta imágenes deformes apartadas por completo de la realidad. Un régimen que se aleja de la gente está en peligro, mayormente cuando uno de sus adversarios, en este caso López Obrador, se está acercando a la gente cada día más. La modesta función que a mí mismo me he asignado es la de orientar a la República, no al Gobierno. Pero por esta sola vez, y sin que el caso siente presidente, le diré: ¡mucho cuidado! Una joven esposa acudió a la consulta del doctor Wetnose, reconocido ginecólogo, y le dijo que en cinco años de casada no había logrado tener un bebé. El facultativo, a fin de examinarla, la condujo a la mesa de observaciones y le pidió: "Quítese su pantie y acuéstese ahí". Replicó ella, turbada: "Si no es mucho pedir, doctor, me gustaría que el padre del bebé fuera mi esposo"... El marido le preguntó a su mujer: "¿Qué hiciste para la comida?". Respondió ella: "Una reservación"... El cuento que cierra el telón de esta columnejilla no es menos descarado que el que lo abrió al principio. Moralistas, absténganse... Dos amigos se encontraron después de mucho tiempo de no verse. Uno tenía traza de rico; de pobretón el otro. Preguntó éste: "¿Cuál fue el origen de tu fortuna?". Respondió el primero: "Inventé una fragancia femenina que hace que la mujer huela a manzana". Meses después volvieron a encontrarse. Ahora el pobretón se veía aún más próspero que su amigo. Le preguntó éste: "¿A qué se debe tu súbita fortuna?". Respondió el nuevo rico: "Inventé una fragancia masculina que hace que la manzana huela a mujer". (No le entendí)... FIN.(Milenio)