miércoles, 14 de mayo de 2014

mayo 14, 2014
MADRID, 14 de mayo.- Todo es niebla alrededor de su figura, incluido su propio nombre, Abubakar Shekau o Darul Tawhid, que es como le llaman los suyos. No hay partida de nacimiento que demuestre si su madre lo trajo al mundo en el norte de Nigeria o en Níger. Tampoco se conoce su edad (entre 35 y 43 años) ni su formación ni quién le financia. Así es difícil seguir sus pasos y ponerle precio a su cabeza, pero lo tiene: siete millones de dólares para EEUU por información que ayude a capturarle. Se dice que es solitario, introspectivo y cruel.

El jefe de Boko Haram, que habla primero en árabe y después de hausa, la lengua más utilizada en el norte de Nigiera, reivindica nuevamente el secuestro masivo de Chibok, lo que ya había hecho en un video precedente el lunes anterior, y sostiene que convirtió a las cautivas al islam.

Aunque es un fanático que defiende la creación de un califato medieval, no es ningún imprudente: vive protegido por un grupo de fieles pretorianos, al estilo de Osama Bin Laden, y permanece alejado del grueso del grupo y de los secuestrados no sólo para evitar que le capturen, sino porque pretende evitar un autogolpe en la organización. No sólo es un misterio para Occidente, sino para sus propios compañeros de secta. Se le ha dado por muerto en 2009, 2012 y 2013, pero reaparece como un billete falso. Tiene una herida de bala en la pierna de la que se ha recuperado y sabe que sólo puede salir al exterior los días nublados para evitar que lo localicen los drones y los satélites.


Fuera de cámara en un video obtenido por la agencia AFP, Abubakar advierte que las menores, secuestradas desde el 14 de abril en Chibok, en el estado de Borno (nordeste), sólo serán liberadas si Occidente, a su vez, deja en libertad a terroristas islámicos presos.

Su antecesor y fundador de la secta, Mohamed Yusuf, también era un líder con un pasado escurridizo, aunque era evidente, con su inglés fluido, que tenía más cultura que Shekau. Una de las cuatro esposas de Yusuf, ejecutado en una comisaría en 2009, se ha vuelto a casar con Shekau según fuentes de inteligencia nigerianas. Una de sus declaraciones estrella la hizo en un vídeo publicado después de matar a 180 personas en 2012: «Disfruto matando a cualquiera que me ordene Dios a matar, de la misma forma que disfruto matando gallinas y carneros».

Conoce bien el Corán y las lenguas tribales de la zona (kanuri, fula, hausa y árabe), imprescindibles para la manipulación y recluta en las poblaciones de las zonas que la secta controla. Usa con inteligencia los resortes de la propaganda y el miedo. Copia golpes de efecto teatrales de Bin Laden (levanta el dedo en señal de amenaza a las cámaras) y usa la misma escenificación (banderas negras, kalashnikovs y coranes). No hay constancia de que las niñas hayan sido violadas o vendidas, pero él ya ha anunciado que cada una de ellas ha sido asaltada sexualmente 15 veces y que algunas están ya en manos de esclavistas de Níger y Chad, con los que tiene contactos. No necesita abusar de ellas, con decirlo en un vídeo sabe que es más que suficiente. (El Mundo / ABC)