sábado, 5 de abril de 2014

abril 05, 2014
Pedro Echeverría V.

1. En la izquierda vivíamos en enero de 1994 -a partir del levantamiento del EZLN en Chiapas- la gran ilusión, la enorme esperanza, en que ahora o nunca, el país se llenaría de guerrillas armadas para derrocar al funesto gobierno de Carlos Salinas y sus seguidores. Habían jodido tanto al pueblo mexicano con sus privatizaciones y reprivatizaciones, con la firma del TLC, el absoluto control de los medios de información y con la imposición de un nuevo candidato de la Presidencia (Luis Donaldo Colosio), que incluso en la izquierda nos sentíamos derrotados y preparándonos para soportar otros diez años de dominio y represión.

2. Así que en medio de esa alegría, para nosotros la imposición de Colosio como candidato del PRI no variaba en nada lo que todos habíamos visto 50 años antes: a) el presidente escoge entre sus más fieles seguidores, b) consulta con EEUU, con los más poderosos empresarios y con el clero y –si nadie se opone- c) baja la instrucción a los líderes de la CTM, CNC, CNOP, gobernadores y presidentes municipales, para que el PRI en gigantesca asamblea lo haga su candidato; d) los precandidatos del presidente deben aceptar sin queja e incluso declarar abiertamente su apoyo. A partir de entonces los candidatos pronuncian miles de discursos con cierta libertad.

3. No se sabe en qué momento Colosio convenció al presidente Salinas quien desde que lo hizo presidente del PRI comenzó a mostrarlo, a “placearlo”. Al parecer Salinas –por su estrecha relación de muchos años con Manuel Camacho Solís- tenía compromiso cerrado con el gobernante de la ciudad de México. El levantamiento del EZLN convirtió a Camacho en personaje clave de Salinas para negociar con el zapatismo y parecía que los mayores focos de atención estaban en el EZLN y Camacho, provocando que la atención al candidato presidencial (Colosio) sea muy menor. No hay duda que dentro del gabinete salinista hubo confrontaciones sobre el apoyo a Colosio y a Camacho en el EZLN.

4. La realidad es que Colosio no era un candidato excepcional; era exactamente como todos los priístas anteriores que durante años vivieron disciplinados a todos los gobiernos estatales o federales en turno para luego ponerse al servicio del capital. ¿O alguien vio a Colosio alguna vez en la oposición luchando en las calles junto a los obreros, campesinos, mujeres o amas de casa? ¿Estuvo alguna vez en la cárcel por encabezar alguna protesta social? Quizá en estas preguntas peque de ignorancia, pero de cada cien altos funcionarios no he conocido uno que antes de serlo haya encabezado algún movimiento real de oposición, aunque dentro del PRI hayan luchado entre ellos mismos por poder.

5. ¿Por qué entonces se hacen homenajes a Colosio –como el del 23 que se anuncia? Por la forma en que murió asesinado. Me recuerda a Madero (1913), a Obregón (1928) a Carrillo Puerto (1924) y otros muchos políticos que reciben más homenajes que otros. Colosio, aunque no llegó a ser presidente de la República, fue presidente del PRI y está presente entre todos los seguidores de ese partido, en particular entre los legisladores. Sólo hay que tener presente que el PRI ha construido incluso una fundación con su nombre y conforma ya una sección del mismo PRI donde salen candidatos a legisladores. Está bien que el PRI le haga honores, pero que no se píense que es un héroe nacional.

6. No es cierto que los grandes personajes –sean hombres o mujeres- al morir continúen viviendo. No se quienes recuerden con honestidad a los conocidos pacifistas Gandhi, Luher King o Mandela. Los recuerdos sobre ellos se van borrando y sólo quedan poco tiempo más los nombres, algunas ideas en sus libros y algunas actuaciones en sus películas (Mastroiani o Infante). Recuerdo algunas veces a mis padres y hermanos muertos y no olvido a Marx, Bakunin o Flores Magón porque uso sus libros y algunas de sus ideas. Pero cuando se muere ¡se muere!. Colosio, que al parecer no dejó obra escrita, vivirá hasta que los familiares y amigos quieran, aunque algunos lo usen. (17/III/14)