viernes, 11 de abril de 2014

abril 11, 2014
CIUDAD DEL VATICANO, 11 de abril.- «La vida humana es sacra e inviolable». Y luego: «Cada uno de los derechos civiles se apoya en el reconocimiento del primer y fundamental derecho: el derecho a la vida. El niño en el vientre materno es el inocente por antonomasia». Son algunos pasajes del discurso que pronunció hoy el Pontífice en la audiencia al Movimiento por la Vida. El Papa, en la Sala Clementina del Palacio Apostólico, agradeció a los representantes del movimiento por sus actividades para promover y defender la vida humana desde «su concepción», a quienes invitó a comprometerse para que «cada mujer se sienta considerada como persona, escuchada, acogida, acompañada».

El Papa: si lloran de hambre, ¡amamántenlos! (AP)

«Cada uno de los derechos civiles –dijo Papa Francisco– se apoya en el reconocimiento del primer y fundamental derecho: el derecho a la vida, que no se subordina a ninguna condición, ni cualitativa, ni económica, ni, mucho menos, ideológica».

Retomando las palabras de la exhortación apostólica “Evangelii gaudium”, Francisco explicó que «Así como el mandamiento “No matarás” marca un límite claro para asegurar el valor de la vida humana, hoy debemos decir “No” a una economía de la exclusión y de la inequidad. Esta economía mata. Se considera al ser humano como un bien de consumo que puede ser usado y después arrojado. Hemos dado inicio a la cultura del “desecho” que, además, es promovida».

Según el Pontífice, «uno de los riesgos más graves a los que está expuesta nuestra época es el divorcio entre la economía y la moral, entre las posibilidades ofrecidas por un mercado provisto de toda novedad tecnológica y las normas éticas elementales de la naturaleza humana, siempre descuidada». «Es necesario, por ello, insistir –subrayó el Papa con fuerza– en la más firme oposición a cualquier atentado directo en contra de la vida, especialmente inocente e indefensa, pues el niño en el vientre materno es eli nocente por antonomasia. Recordemos las palabras del Concilio Vaticano II: “La vida, una vez concebida, debe ser protegida con el mayor cuidado; el aborto y el infanticidio son delitos abominables”».

Entre aplausos de los presentes y gritos de los tantos pequeños y pequeñísimos que acompañaban a sus padres (cuando entró a la Sala Clementina, Bergoglio bromeó diciendo que creía haber «entrado a un Kínder»), Papa Francisco narró una anécdota que vivió hace algunos años, cuando se reunió con un grupo de médicos: «Uno me llamó. Tenía un paquete y me dijo: “Padre, quiero dejarle esto a usted. Estos son los instrumentos que usaba para abortar. ¡He encontrado al Señor, me he arrepentido , y ahora lucho por la vida!”. Me entregó todos estos instrumentos. ¡Recen por este hombre tan bueno!».

«Una última cosa», dijo Bergoglio, «Para mí, cuando los niños lloran, cuando se quejan, gritan, es una música hermosísima. Pero cuando algunos niños lloran de hambre: por favor, ¡dénles de comer tranquilamente!».(Mauro Pianta / Vatican Insider)