domingo, 13 de abril de 2014

abril 13, 2014
Armando "Catón" Fuentes Aguirre

Se casó don Geroncio, señor de 70 años, viudo, con una chica en flor de edad. Se fueron de luna de miel. Cuando la pareja regresó los hijos del flamante desposado le preguntaron cómo le iba con su nueva esposa. “Tengo problemas al hacerle el amor -respondió algo apenado don Geroncio-. Mis facultades ya no son las de antes”. “Nos lo imaginábamos, papá -le dijo uno de los muchachos, comprensivo-. Pero piensa que no todo en el matrimonio es sexo”. “Oh, no -aclaró prontamente el señor-. Tengo sexo fantástico con ella. Pero cuando quiero hacerle el amor por segunda vez, y se lo voy a pedir, siempre batallo para recordar cómo se llama”... Babalucas visitó la cárcel. Le dijo el director señalando a un reo: “Ese hombre está condenado a prisión perpetua. Es parricida”. “¡Prisión perpetua por eso! -se asombró el tonto roque-. ¡Qué tal si hubiera matado a alguien!”... Afrodisio Pitongo, hombre proclive a la concupiscencia de la carne, recibió una misiva amenazante: “Muy señor mío: Me he enterado de que es usted amante de mi esposa. Lo espero mañana a las 11 horas en mi oficina para hablar acerca del asunto’’. Respondió el tal Pitongo: “Estimado señor: Recibí su atenta circular. Estaré en su oficina a la hora fijada. Pienso, sin embargo, que la convención debería usted hacerla en el estadio”... Aquel muchacho salía con una dama que le llevaba algunos años. Un amigo le preguntó, curioso: “¿Por qué andas con ella? ¿No te parece que es un fruto demasiado maduro?”. “Es cierto -respondió el otro-. Pero el pedacito que realmente importa lo tiene muy bueno”. (Nota: Seguramente se refería al corazón)... La mamá hablaba por teléfono con su hijo, que hacía algunos meses se había ido a estudiar a otra ciudad. Le dijo: “Cuando regreses te va a gustar mucho Chicholina, la hija de los vecinos. Ha crecido 30 centímetros”. “¡Caramba! -exclamó el joven-. Si ha crecido 30 centímetros ya debe ser más alta que yo”. “Los 30 centímetros no son de estatura -precisó la señora-. Son de busto”. (Nota: Entiendo que el muchacho apresuró su regreso)... Un sujeto se quejaba: “Mi esposa se parece a la lámpara de Aladino: nomás la rozas y le sale el genio”... La esposa de Capronio, sujeto ruin y desconsiderado se afanaba en la casa fregando de rodillas los pisos. Le dijo el majadero: “No me gusta verte trabajar como esclava. Voy a cerrar los ojos hasta que acabes”... Aquella señora le puso un apodo a su marido: le decía “El azúcar sintético”. “¿Por qué lo llamas así?” -le preguntó una amiga. Explicó la otra: “Es que se hizo la vasectomía, y ahora endulza pero no engorda”... Una mujer se presentó ante el juez y denunció: “Anoche fui violada. Me hallaban con mi esposo en casa, viendo la televisión. Sentí sueño y me fui a acostar. Estaba ya casi dormida cuando un hombre se metió en la cama y me hizo el amor. En la oscuridad creí que era mi esposo, pero me equivoqué: era un individuo que entró por la ventana y me hizo dos veces el amor”. Preguntó el juzgador, intrigado: “Y ¿cómo se percató usted de que el hombre no era su esposo?”. Responde la mujer: “La primera vez que me hizo el amor sospeché que no era mi marido. La segunda vez tuve la absoluta seguridad de que no era él”... En rueda de amigos platicó uno: “A mi esposa le dio por cantar durante su embarazo la canción ‘Dos Arbolitos’, y tuvo cuates”. “¡Qué coincidencia! -se sorprendió otro-. La mía cantó ‘Tres Palabritas’, y tuvo triates” “Eso no es nada -se ufanó un tercero-. Mi señora cantaba ‘Cuatro Milpas’, y tuvo cuádruples”. Uno de los amigos se levantó apresuradamente. “¿A dónde vas con tanta prisa? -le preguntan. “A mi casa -responde el señor-. Mi esposa está embarazada, ¡y le ha dado por cantar ‘Doce Cascabeles’!”... Una cierta señora fue a la agencia de colocaciones y pidió que le consiguieran una cuidadora de niños que fuera experta en karate, kung fu, judo, jiu jitsu y kick box. Le preguntó el encargado: “¿Tan difícil es su niño?”. “Mi niño es un ángel -respondió la señora-. Del que tendrá que defenderse la niñera es de mi esposo cuando la lleve a su casa”... En el bar le dijo una chica a otra: “Siento que cada día me aumenta la potencia”. “¿La potencia? -se extrañó la amiga-. Eso es cosa de hombres”. “¿Dije potencia? -se apenó la otra- Perdóname; es que cuando bebo se me revuelven las vocales, y dije la palabra con o en vez de decirla con u”. (No le entendí). FIN.