viernes, 7 de marzo de 2014

marzo 07, 2014
CARACAS, 7 de marzo.- La reunión extraordinaria del Consejo Permanente de la Organización de Estados Americanos (OEA) realizada el jueves en Washington para tratar la crisis venezolana no logró resultado alguno. Este desenlace, en el fondo, representa una victoria para Venezuela. No es para extrañarse: muchos de los países de la región están comprometidos con la generosa factura petrolera venezolana, en particular el voto menudo de Centroamérica y las islas del Caribe. Pero la escaramuza diplomática tuvo un coste importante con la ruptura de relaciones políticas y comerciales entre Caracas y Panamá.

A un año de la muerte del presidente Hugo Chávez, su heredero político recordó su encendido verbo. Al mejor estilo del líder de la revolución bolivariana, el presidente Nicolás Maduro rompió "relaciones políticas y diplomáticas" con Panamá "y congelar todas las relaciones comerciales y económicas desde este momento en defensa de la soberanía y de la paz de nuestro país".


El Gobierno saliente de Ricardo Martinelli, junto a otro en despedida, el del chileno Sebastián Piñera, expresaron preocupación por el modo en que el Gobierno de Nicolás Maduro ha reprimido las protestas callejeras que agitan esta nación sudamericana. Panamá además fue el Estado miembro que pidió la reunión de la OEA.


El miércoles, en medio de la conmemoración del primr aniversario de la muerte de Hugo Chávez, Maduro, denunció la “injerencia” de Panamá en los asuntos internos venezolanos. “Lacayo, rastrero”, vociferó el mandatario para calificar a Martinelli, a quien tiene por un peón de las políticas de EE UU.

Panamá respondió con un comunicado en el que expresa “su asombro por la decisión asumida”, por Venezuela, país para el que, asegura, “solo anhela (…) que encuentre la paz y fortalezca su democracia”. El embajador panameño en Caracas y tres subalternos de la misma nacionalidad regresaron a su país el jueves.

Caracas se apresuró a adoptar otras represalias concretas con el país istmeño. Suspendió, por ejemplo, la asignación de divisas —administradas por el Estado en Venezuela— a viajeros con destino a Panamá, un punto tradicionalmente atractivo para turistas e inversionistas venezolanos. Peor aún, el Gobierno de Maduro detuvo los trámites para facilitar el pago de la deuda, de entre 1,000 y 3,000 millones de dólares, que mantienen importadores venezolanos con comerciantes de la Zona Libre de Colón, al norte de Panamá. El canciller venezolano, Elías Jaua, dijo este viernes que la deuda con Panamá tiene “carácter fraudulento” y eventualmente se cancelará cuando en Panamá “haya un Gobierno serio que respete nuestras decisiones”. (El País / El Universal Venezuela)