domingo, 23 de marzo de 2014

marzo 23, 2014
PARÍS, Francia, 23 de marzo.- La jornada electoral en Francia (la primera vuelta de las Municipales) ha dejado en las estadísticas un aumento considerable de la abstención y en el álbum gráfico de la jornada, algunas estampas particularmente románticas. Pero el paseo de Anne Hidalgo, candidata del Partido Socialista a la alcaldía de París, de la mano de su marido, Jean-Marc Germain, no ha podido competir con la tierna imagen Carla Bruni y Nicolas Sarkozy descansando en un banco y bajo el sol de primavera, tras depositar su voto en uno de los centros parisinos del Liceo De La Fontaine.

Nicolas Sarkozy y Carla Bruni saludan a unos niños en su casilla. (ansa)

La imagen de Bruni es imbatible, y así lo dejó patente mientras ejercía su derecho al voto. Ataviada con unos pantalones vaqueros, un «blazer» azul marino y un «foulard» celeste, no perdió la sonrisa en ningún momento, ni en las aulas y pasillos del centro escolar ni en el banco de la calle. Nada que ver con el rostro tenso y crispado de su marido, quien a ratos la observaba a distancia con los labios fruncidos y la mirada feroz.Ni en el gesto, ni en la actitud, ni en la indumentaria: Bruni y Sarkozy solo coincidieron en el modelo de zapatos.


Nótese el asombro del señor de gabán y camiza azul. (ansa)

Las últimas semanas están siendo particularmente complicadas para Nicolas Sarkozy. Hace dos días, y cuando tiene varios procesos judiciales abiertos y ha sido protagonista de un formidable escándalo de escuchas ilegales en el Elíseo, organizado por uno de sus antiguos colaboradores, publicó una tribuna en el diario «Le Figaro» denunciando una campaña de acoso judicial. Advertía que cualquier persona que le telefonea «debe saber que será escuchada». Y añadía que «no es un fragmento de la maravillosa película "La vida de los otros" sobre la Alemania del Este y las actividades de la "stasi" (la antigua policía política) comunista. No es el comportamiento de un dictador con sus opositores. Es Francia».
La pareja tras la votación. (Reuters)

Y mientras esto sucedía el mismo viernes, en Roma Carla Bruni era la estrella de la fiesta de conmemoración de los 130 años de Bulgari. Espectacular con un esmoquin negro al que añadió un collar valorado en 8 millones de euros de dicha firma de joyería, su presencia eclipsó a lo más granado de la «jet-set» romana e internacional (al evento no faltó la baronesa Thyssen). La sonrisa durante la fiesta fue idéntica a la que exhibió ayer junto a su cariacontecido marido. ¿Es, pese a todo, una mujer feliz o es una maestra del «marketing» político? (ABC)