viernes, 14 de marzo de 2014

marzo 14, 2014
Armando "Catón" Fuentes Aguirre (completa)(14-III-14)

"Mi esposo sufre de eyaculación prematura". Así le dijo la señora al terapeuta sexual. Intervino el marido. "Una aclaración -dijo-. Mi mujer es la que sufre; yo no"... Bustolina Grandchichier, fémina de mucha pechonalidad, conoció en una fiesta a un cirujano plástico. Le pidió: "Quiero que me quite algo de mi busto". Preguntó el facultativo: "¿Qué?". Respondió ella: "Los ojos"... Lord Feebledick, el marido de lady Loosebloomers, se quejó con sus amigos en el club: "Me siento totalmente obsoleto. En la oficina soy sustituido por una computadora, y en la cama por un guardabosque"... Labor muy peligrosa es la de los profetas. Corren el riesgo de acertar en sus profecías. Es muy aconsejable, entonces, rehuir la tentación de ser historiador del futuro. Tomen mi caso, por ejemplo. Cuando aparecieron en Guerrero y Michoacán los llamados grupos de autodefensa advertí sobre los riesgos que entrañaba su existencia. Hubo quienes los aplaudieron con entusiasmo, y vieron en sus integrantes a héroes civiles que luchaban contra el mal y suplían con riesgo de su vida la ineficacia del Estado al combatir la delincuencia. Yo vi las cosas de otro modo, sin que eso signifique que me quiera comparar con el Greco o con Botero. Y es que recelo de cualquier grupo armado. Por eso me opuse en su tiempo al movimiento del mediático subcomandante Marcos, quien para defender a los pobres causó la muerte de otros pobres. Varias veces fui invitado a ser parte de una especie de comisión nacional de apoyo a los nombrados zapatistas, y suscité las iras de quienes me invitaron cuando les dije que no podía yo apoyar a ese grupo mientras quienes lo formaban no depusieran las armas, esas armas bendecidas por hombres de religión -también bastante mediáticos- que en nombre de Dios justificaban el uso de la violencia armada. Diluido en agua de borrajas está ahora ese movimiento en cuya trampa cayeron no pocos escribanos que cantaron loas al hombre del pasamontañas y la pipa que los sedujo con su histrionismo y sus bombásticas proclamas. Por su parte los grupos de autodefensa se han convertido en un dolor de cabeza para comisionados y no comisionados, pues no se sabe a ciencia cierta si están del lado de los buenos o de los malvados. En ninguno deberían estar. Nadie debe hacer uso de una fuerza que sólo al Estado corresponde ejercitar. Son peligrosos igualmente los arreglos que la autoridad ha hecho con ellos, y la tolerancia y lenidad que muestra con los hombres armados. Debe hacerlos entregar las armas, y cumplir ella su función de reprimir a los delincuentes y a quienes fueron corrompidos por éstos. Dejar que la gente se haga justicia por propia mano entraña riesgos de todo orden. Y ya no digo más porque ya dije mucho. Paso ahora a narrar otros chascarrillos en la esperanza de que alguno haga reír a alguien. Reír es bueno. Es como hacer aerobics por dentro... Esta chica llamada Facilda Lasestas es tan ligera de cascos que el cabildo de su pueblo está por declararla parque de diversiones... Un amigo le dijo a don Cornulio: "La ropa que llevas te queda demasiado grande". "Es cierto -reconoció él-. Lo que pasa es que no quiero lastimar a mi señora. Ayer llegué a la casa más temprano que de costumbre, y hallé esta ropa en una silla al lado de la cama. Me dijo que era un regalo para mí, y ahora tengo que usarla"... Don Ulpiano, juez penal, se sorprendió al ver al acusado. Era un hombrecito que parecía muy formal, inofensivo, y sin embargo el policía del barrio lo había sorprendido viendo por la ventana a una mujer que se estaba desnudando. Le dijo el juzgador al detenido: "Se le acusa de actos contra la moral. ¿Se declara usted culpable o inocente?". "Inocente, señor juez -declaró el hombrecito-. Tome en cuenta que soy ornitólogo, especialista en aves". Manifestó el letrado: "Pero el policía lo sorprendió mirando a una mujer mientras se desvestía". Adujo el acusado: "Una mujer es simplemente una mujer, su señoría. ¡Pero si viera usted la cacatúa que tiene!"... Pirulina le comentó a Rosibel: "Los pantalones que traigo son de lana virgen". Preguntó Rosibel: "¿Cómo lo sabes?". Explicó Pirulina: "Las piernas insisten en cruzarse y apretarse"... FIN.(Milenio)