lunes, 3 de marzo de 2014

marzo 03, 2014
SIMFERÓPOL, Crimea, Ucrania, 3 de marzo de 2014.- Refat Chubárov es el jefe de la asamblea tártara de Crimea, el «Medzhlis», y diputado de la Rada Suprema de Ucrania. En el marco de las deportaciones ordenadas por Stalin en 1944, sus padres fueron enviados a Uzbekistán. Allí nació Chubárov hace 57 años. Hoy es líder de una minoría que representa en torno al 12% de la población, pero con la que confían jugar las autoridades de Kiev, ya que tradicionalmente los tártaros de Crimea han visto con desconfianza la presencia rusa en esta península.

—¿Qué opinión le merece lo que está ocurriendo en Crimea?

—Esto es una anexión por parte de Rusia de la península, es una ocupación militar clara.

El líder tártaro Refat Chubárov en una protesta, el miércoles, frente a una oficina gubernamental en Simferópol, Crimea, en apoyo al gobierno interino de Ucrania.(AP)

—Los rusos aseguran que son paramilitares no identificados.

—Aquí en Simferópol están patrullando las calles y esta vez llevan los distintivos del Ejército ruso. Son tropas rusas.

—¿La comunidad tártara se propone tomar alguna medida?

—Lo que esperamos es una respuesta contundente de la comunidad internacional y, en primer lugar, de los países garantes de la integridad territorial de Ucrania. Además de Rusia, el Memorándum de Budapest de 1994 lo firmaron Estados Unidos y el Reino Unido, y a ellos corresponde velar por su cumplimiento. También a la ONU. De lo contrario, todo lo establecido en los tratados internacionales puede convertirse en papel mojado por la sola voluntad de Vladímir Putin. No creo que nosotros, los tártaros de Crimea, podamos hacer mucho para salvar el orden internacional.

—¿Reconocen a las nuevas autoridades de Kiev como el poder legítimo?

—Sí, por supuesto, Víctor Yanukóvich no tiene ningún apoyo entre los tártaros y tampoco entre la mayoría de los habitantes de Crimea.

Más de 10,000 tártaros de Crimea en la protesta a favor de Ucrania en Simferópol, el miércoles 26 de febrero, día en que chocaron contra un grupo pro Rusia. (AP)

—Pero el primer ministro de Crimea, Serguéi Aksiónov, ha dicho que el presidente legítimo es Yanukóvich.

—La actitud de Aksiónov, la presencia de tropas rusas aquí y la convocatoria para el 25 de mayo de un referéndum sobre la secesión de la península forman parte de un plan de Rusia, prácticamente calcado del aplicado en Georgia con Abjasia y Osetia del Sur, para anexionarse Crimea. Yanukóvich interviene aquí como una marioneta útil a Moscú a cambio de garantías de seguridad.

—¿Qué opina de las acusaciones de «fascistas» que lanzan Moscú y Yanukóvich contra las autoridades de Kiev?

—No estoy de acuerdo, ni tampoco con que son fascistas los que protestan en el Maidán. Es verdad que entre ellos hay radicales, pero son minoritarios.

—A comienzos de semana, los tártaros también tomaron parte en las manifestaciones frente al Parlamento de Crimea, aunque no en apoyo de Moscú sino de Kiev. ¿Piensan continuar movilizándose?

—Ahora he pedido a la comunidad tártara que se encierren en sus casas y no asomen ni la nariz para evitar provocaciones peligrosas. Nada de participar en grupos de autodefensa, los ocupantes van muy bien armados.
Crimez +Ucrania=amor, reza el papel que sostiene una manifestante tártara.

—¿Cree que la situación de los tártaros en Crimea empeorará si es anexionada por los rusos?
—Si se produce una situación en la que son violadas las leyes y la integridad territorial de un Estado soberano, la situación empeorará para todos, no solamente para los tártaros.

—¿Qué espera que pase en Crimea?
—No lo sé, no voy a especular, pero lo que está pasando hay que pararlo antes de que se convierta en tragedia.

—¿Cuándo regresaron ustedes a Crimea?

—Fuimos deportados en 1994 y, hasta 1956, vivimos en un régimen especial como el apartheid, desprovistos de protección legal y derechos. Entre 1979 y 1989 se nos prohibió volver a Crimea, pero seguimos luchando por conseguirlo y pudimos por fin regresar a finales de los años ochenta y principios de los noventa, cuando se desintegró la Unión Soviética. Ahora somos aquí casi 300,000 tártaros y 150,000 viven todavía fuera de Crimea. (ABC)