jueves, 20 de marzo de 2014

marzo 20, 2014
Pedro Echeverría V.

1. El 21 de marzo es un aniversario más del nacimiento de Benito Juárez; ha sido junto a Miguel Hidalgo y Francisco Madero, de los tres personajes principales de la Independencia (Hidalgo), la Reforma (Juárez) y la Revolución Mexicana (Madero). Hasta los años sesenta aquellos y otros personajes de la historia de México fueron intocables, sólo objeto de homenajes y aplausos; a partir de la masificación de las investigaciones, esos y muchos más intocables, comenzaron a ser presentados como seres humanos, políticos con errores, aciertos, traiciones y virtudes.

2. Los historiadores e investigadores no pueden hacer apologías de personajes porque están obligados a interpretar los hechos estando lo más cerca posible de “la verdad”. Se sabe que “la verdad” no existe y que cada quien interpreta las cosas de acuerdo a su ideología e intereses, sin embargo tiene la obligación de argumentar de la manera más clara y objetiva para que sea convincente. ¿Es que acaso pueden existir personajes totalmente “puros y sin mancha” como han hecho aparecer –de manera tradicional- a  héroes y dioses? Por ello la interpretación oficial de la historia se ha hecho a un lado.

3. Benito Juárez (1806-72) fue un personaje de su tiempo, es decir, del momento en que la burguesía se enfrentaba a los grandes latifundios de la iglesia, ponía las bases para su crecimiento como clase, destruía los valores de los conservadores y defendía al país frente a la dominación extranjera. Esa actitud consecuente de defensa de Juárez contra la invasión europea y francesa, así como sus leyes de expropiación de las tierras improductivas del clero para venderlas a quienes podían hacerlas producir, es que transformó a Juárez en un enorme personaje distinguido.

4. Sin embargo los tratados de Mc Lane-Ocampo (que autorizaban el tránsito del ejército yanqui por el país) y la represión a los campesinos labriegos de Chalco de López Chávez y otros lugares que reclamaban las tierras que habían perdido con las leyes de “desamortización” y “nacionalización”, de ninguna manera debe olvidarse. Se puede hablar del tratado Mon-Almonte y las condiciones de miseria del país, pero de ninguna manera justificar la actuación de la burguesía juarista que entonces era “revolucionaria” porque buscaba destruir a los conservadores.

5. Esta maldita burguesía mexicana y mundial, que debemos extirpar del mundo con todo y raíz, fue revolucionaria en los siglos XVIII y XIX cuando  luchaba por extirpar la dominación conservadora y clerical. El problema vino cuando la burguesía se hizo del poder y se asoció con quienes eran sus enemigos: los conservadores, el militarismo, los aristócratas y el clero. Toda la historia del XIX y el XX está llena de ejemplos en México de esa maldita alianza de liberales y conservadores que consolidaron una nueva sociedad opresora de la que no hemos podido liberarnos: el capitalismo.

6. ¿Qué pudieron hacer los liberales juaristas, los liberales de puros de Ocampo, los Lerdo de Tejada, frente a la maquinaria liberal-burguesa del porfirismo (de Porfirio Díaz) que consolidó los enormes latifundios laicos y de extranjeros? Por ello eso de los dioses, héroes y grandes personalidades sólo me hacen sonreir. Pienso en Marx, Bakunin, Trotsky, Mao y el Che como seres humanos valiosos, como pensadores que influyeron casi totalmente en mi vida; pero nada más, porque cada uno fue producto de su tiempo y condiciones. Juárez introdujo la dominación burguesa y Flores Magón la lucha contra ella. (16/III/14)