viernes, 21 de febrero de 2014

febrero 21, 2014
Gilberto Avilez Tax

Estoy leyendo en estos días (rectifico, en vez de leer, estoy terminando de leer en estos días, ya que la novela la había comprado hace más de un año en Felipe Carrillo Puerto y había interrumpido su lectura por otras más terrestres y pedestres) la novela Guerra en el paraíso, del poeta Carlos Montemayor (q.e.p.d.), que trata sobre la guerrilla del maestro de Atoyac, Cabañas, en la sierra de Guerrero a principios de los años 70. En un pasaje de la novela, en una asamblea popular del Partido de los Pobres (brazo político de la guerrilla de Cabañas) llevado a cabo en la selvática sierra guerrerense entre enero y julio de 1973, Cabañas se refiere a la situación contrarrevolucionaria, desmoralizadora y termitera que cinco miembros de la Liga 23 de Septiembre realizaron en las filas de los campesinos guerrilleros.

El pasaje es, además de quijotesco (léase el capítulo XXXVIII de la primera parte de la novela del manco de Lepanto “que trata del curioso discurso que hizo don Quixote de las armas y las letras”), revelador en más de un sentido de la arrogancia letrada de los “detentadores de la verdad marxista” de ayer y de hoy (no precisamente marxistas los de hoy, ya que estos últimos pueden ser un amasijo o un potlach foucaultiano gramsciano bordieuano, zizekeano y el simple ANO).


Un perfil rápido de esos detentadores de la verdad marxista y no marxistas de ayer y hoy, sería la de esos ridículos que creen que por haber leído libros indigestos y dar prospectivas negras del vómito social y económico, y discursear letanías oscuras que hasta ni ellos mismos comprenden, contra las “políticas entreguistas” y gritar y desgañitarse contra el “imperialismo”, los “poderes fácticos”, la polución ambiental, la malsana agresión imperial, las camarillas políticas vendidas, la carestía, los salvajes latrocinios, etc., etc., desde su cómoda posición pequeñoburguesa, o mejor dicho, desde su cómoda posición de frente a la computadora, empinado y a cuatro patas, de a perrito con su surtidora de placer virtual, la computadora, escribiendo en shortitos, con la barriga de huevones academicistas saliéndosele hasta por el culo y otros refajos de lípidos, tomando un café y esperando que den las 5:00 pm para ir a su cine capitalista (pero eso, eso no lo dicen) y embutirse de palomitas y coca consumista y regresar a su casita, bañarse como la consigna de hombre o mujer moliente y semoviente dicta, y sentarse nuevamente, empinado, de a perrito frente a la computadora, a escribir contra las “políticas entreguistas”, desgañitarse virtualmente “contra el imperialismo”, los “poderes fácticos” y otros chécheres aprendidos en horas largas de lecturas reconcentradas. Pues bien, el pasaje que me llamó la atención, y que subrayé inmediatamente, es el discurso que Cabañas hace en referencia a los 5 miembros de la Liga 23 de Septiembre. Transcribo:

“-Bueno –dijo Lucio-, pues consideramos que estos cinco elementos de la Liga 23 de Septiembre y de la Organización Partidaria, que son Silvia, Joel, Julián, Roque y Renato, han emprendido acciones negativas contra el Partido de los Pobres que no son dignas de revolucionarios ni de gente que se diga solidaria con la revolución socialista en México. Y que revelan, por lo tendencioso de su actitud, inmadurez revolucionaria, incapacidad ideológica y mala fe por su vanidad, pues muchas veces por haber leído libros que no se pueden digerir se produce este infantilismo de los que quieren ser revolucionarios….Repetidas veces han tratado de debilitar nuestro grupo y confundirlo…Se valen de palabras que ninguno entiende aquí, y escudados en esas palabras les dicen que todos están jodidos. Que si no saben tanto marxismo como ellos, entonces están jodidos. Que si no pueden leer lo mismo que ellos, entonces están jodidos. Que si quieren entender el marxismo con palabras sencillas, que estamos jodidos, porque eso no es el marxismo, y total que ellos son los dueños del marxismo y que si ellos no aprueban lo que hacemos entonces nosotros estamos jodidos. Pero, entonces, ¿qué somos nosotros? ‘Ah, pues son pequeñoburgueses’, nos dicen. ¡Ah caray, y nosotros creíamos que éramos campesinos pobres, campesinos hambrientos, ignorantes, pero con un trabajo de masas en todos los pueblos de la sierra. Pues no, para ellos estamos jodidos y no estamos siendo revolucionarios…Y como son muy intelectuales creen que se merecen todo y que todos los demás estamos jodidos si no les hacemos caso. Y quieren dirigirnos y piensan que como todos nosotros somos campesinos pendejos que no tenemos lectura de tantos libros como ellos, así creen, pues, que es muy fácil convencernos y apantallarnos y convertirse en los dirigentes del Partido de los Pobres. Y ésa es otra verdad, que son usurpadores de la revolución, de la lucha revolucionaria…”