martes, 11 de febrero de 2014

febrero 11, 2014
WASHINGTON, 11 de febrero.- Lo primero fue determinar si el invitado venía solo o acompañado. Una vez que la situación estuvo clara -y eso significaba que había cambiado por completo- empezó el urgente operativo "borrado" de la ex primera dama caída en desgracia.

Así, de un día para otro, la Casa Blanca tuvo que eliminar las 300 invitaciones impresas en papel con membrete y escudo dorado en las que, con toda la pompa, "el presidente y la señora Obama" convocaban a la cena en honor de François Hollande y su -ahora ex- compañera, Valérie Trierweiler.

Tras una comida oficial con el jefe de la diplomacia estadounidense, John Kerry, y un homenaje a los militares del país, Hollande será agasajado hoy martes por la noche con una cena de Estado que reunirá a centenares de invitados rigurosamente escogidos por la Casa Blanca. (Reuters)

Eso fue lo primero. Lo otro fue rediseñar la organización de las mesas, de modo de hacer sentir acompañado a alguien que viene solo. Lo que queda por verse es qué pasa si, como suele suceder en esos casos, hay baile luego del banquete.


El problema, en ese caso, será saber a quién saca a bailar Obama en el caso de que Hollande, como es norma, invite a Michelle. Puede parecer baladí, pero el acertijo es más que una pregunta de cortesía.

Con lo que no hubo nada que hacer fue con lo que ya se hizo. Para la historia queda, por caso, el comunicado oficial con el que la Casa Blanca informó, hace pocas semanas, que esperaba a Hollande y a su mujer. Después de todo, qué podía saber quien lo redactó del revuelo que se armaría luego en París.

"Una cena difícil", apuntó la prensa local al contar la maniobra de la Casa Blanca para hacer "que no se note" aquello de lo que tanto se murmuró en los últimos días sobre la vida sentimental del presidente francés.
Las invitaciones y papelería de bienvenida ya no llevan el nombre de Valérie Trierweiler. Hoy en la Casa Blanca se cenará caviar de Illinois, verduras del huerto de Michelle, carne de vacuno criado en Colorado y chocolate hawaiano. (AP / dpa)

No es la primera vez que ocurre. Los memoriosos recuerdan que otro tanto le pasó al ex presidente George W. Bush cuando -tres días antes de su encuentro con Nicolas Sarkozy- el francés anunció que se divorciaba de su entonces mujer Cécilia Attias.

Los visitantes franceses suelen dar que hablar en la Casa Blanca. Todavía se recuerda el "nerviosismo" que se apropió de Hillary Clinton cuando tuvo que agasajar al ex presidente François Mitterrand en 1991. No es que ella fuera a cocinar, pero quería lucirse. Hoy, seguramente, lo tomaría con más "diplomacia".

Si esa tradición existe, hoy la mantiene Hollande. "Él pidió a los franceses que respeten su vida privada. Estados Unidos hará otro tanto", decían ayer en la Casa Blanca, al tratar de centrarse en lo "importante" de la visita. La de hoy será la primera cena de Estado en casi dos años en Washington. Estaba prevista otra con Dilma Rousseff, pero quedó sin efecto luego de que la presidenta brasileña la cancelara, molesta por el espionaje al que fue sometida por la inteligencia norteamericana.

Días difíciles para las relaciones públicas en el famoso palacete. (Luisa Corradini / La Nación / EFE)