miércoles, 26 de febrero de 2014

febrero 26, 2014
Gilberto Avilez Tax

En el lenguaje de Cervantes existe una frase para señalar a una persona completamente imbécil: bobo de Coria. Regionalizando esta frase, puedo decir que he conocido como a dos que tres meridanos que me han llevado a considerar la inteligencia suprema del bobo de Coria frente a estos dos que tres bobos meridanos. No necesito señalar a nadie mi amor por Mérida, por sus calles y su centro pasando la calle 63, por sus mujeres bellas y su sur, por las conversaciones con Joaquín y Mónica, por sus librerías de viejo y su parque de Mejorada donde una vez fui feliz. Puedo señalar mi amor por varios lugares de Mérida, pero no así por estos dos que tres bobos meridanos, dueños de un desprecio repelente por ser personas muy nocivas, con síndrome de comején porque todo lo pudren nomás con su conversa de hipócritas consumados. Podemos ejemplificar con unas ideas rápidas, en términos políticos, las diferencias que subsisten entre los dos tipos de bobos.

Mientras el bobo de Coria dice:

"Bueno, no soy cubano ni venezolano, ergo: me vale madres lo que pase en Cuba o Venezuela, sólo me importan los problemas de México".


El bobo de Mérida dice algo mucho peor, que [frente al bobo de Coria] demuestra su inconmensurable imbecilidad:

"Bueno, soy meridano, me vale madres lo que pase en Kanasín, en Umán y, si me permiten, hasta en Chuburná".

Y de tantos bobos de Mérida está poblado el universo yucateco. Pero algún día, algún día, el bobo de Coria se encumbrará, volará con dinamita los arcos meridanos, entrará en varios vientres de las hembras de los dos que tres bobos de Coria, y los nuevos bobitos meridanos [hijos bastardos del bobo de Coria] comenzarán a preocuparse por Kanasín, Umán y, si le dan permiso, hasta por Chuburná.