miércoles, 26 de febrero de 2014

febrero 26, 2014
Historias de reportero | Carlos Loret de Mola Álvarez | 26-II-14

“¿Cómo está “La Maestra”?”, preguntó hace poco el presidente Enrique Peña Nieto a un enviado del jefe de Gobierno del DF, Miguel Ángel Mancera, quien recibió el mensaje.

Un día como hoy, justo hace un año, la administración entrante a Los Pinos mandó una señal de poder cuando arrestó a la persona más repudiada de México, la mujer que se había convertido en el símbolo de la corrupción con impunidad, la maestra Elba Esther Gordillo, autonombrada dirigente vitalicia del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación.


Por esos días, en el gobierno federal se determinó no hacer escarnio público ni privado de ella: no filtraron jugosos videos del operativo para detenerla dentro de su avión particular ni imágenes de su caminata por los pasillos del penal o arrumbada en su celda de los reclusorios de Tepepan y Santa Martha Acatitla, sobre los que manda el equipo de Mancera.

Por eso cuando el Presidente preguntó por “La Maestra” el reporte le llegó de inmediato:

Lo que más pegó a Elba Esther Gordillo es que su familia se desentendió de ella: se enteró, apenas un mes después de su arresto, de que los suyos no cancelaron el lujoso viaje en crucero que habían planeado todos juntos para las vacaciones de Semana Santa.

La ex dirigente de los maestros está deprimida, triste, abandonada. El único que la visita con regularidad es su médico de cabecera, amigo y hasta sicólogo por necesidad, el doctor en Neurología Jesús Walliser. Sus hijas, sus nietos, aparecen muy esporádicamente.

Sin embargo, la mujer que se calculó intocable no deja de tener sus desplantes. A veces se muestra soberbia, pero las autoridades penitenciarias le “bajan los humos”, la castigan suspendiéndole algunos de los permisos: le reducen las visitas de su doctor-confidente o de sus abogados, le frenan la comida que le mandan de su casa.

Política al fin, ha sabido ganarse al personal que la custodia y a otras internas, como a una que dio a luz tras las rejas y para quien Gordillo funge como abuelita y le regala pañales, mamilas y otros caros enseres de maternidad.

Debido a su estado grave de salud —padecía hepatitis C e insuficiencia renal, que la tuvieron al borde de la muerte, desde mucho antes de su aprehensión— Gordillo ocupa una de las celdas con baño privado y recibe una dieta especial en el Hospital General Torre Médica Tepepan, adyacente al centro de readaptación social del mismo nombre.

La cárcel es brutal para cualquiera. Más para una mujer acostumbrada a todos los lujos, que se descubre encerrada ya ni siquiera por barrotes, sino por una puerta de metal, que arrincona aún más la sensación del espacio.

Para el gobierno de Mancera, una es la máxima preocupación: que no le pase nada adentro.

SACIAMORBOS

La noche del 26 de febrero de 2013 recibí más llamadas y mensajes de felicitación que el día de mi cumpleaños.