domingo, 16 de febrero de 2014

febrero 16, 2014
Armando "Catón" Fuentes Aguirre 

La linda chica le dijo a su doctor: “He decidido donar mi cuerpo a la ciencia”. Preguntó el facultativo: “¿Puede darme un adelanto?”… El reverendo Rocko Fages, pastor de la Iglesia de la Tercera Venida (no confundir con la Iglesia de la Tercera Avenida, que otorga a sus feligreses un permiso para cometer 10 veces adulterio si compran una cripta en el columbario del templo), iba a celebrar el matrimonio de una pareja joven. Al terminar el ensayo de la boda el novio lo llamó aparte y le dijo: “Le daré 100 dólares si al hacerme las preguntas de ritual omite la parte que dice: ‘¿Prometes serle fiel a tu mujer todos los días de tu vida?’”. El reverendo, que andaba algo corto de fondos pues recientemente había ido a Las Vegas, aceptó el trato. Llegó el día de la celebración. Al dirigirse al novio le preguntó el pastor: “¿Prometes serle fiel a tu mujer todos los días de tu vida, cumplir hasta sus menores deseos, obedecer sus órdenes, llevarle diariamente el desayuno a la cama, entregarle completo el sobre de tu sueldo y permitirle salir de compras todos los días de la semana hasta que la muerte los separe?”. El muchacho, aturrullado, acertó apenas a contestar que sí. Acabada la ceremonia fue hacia el reverendo a reclamarle el incumplimiento del trato. Antes de que pudiera pronunciar palabra le dijo Rocko Fages: “Aquí tienes los 100 dólares. Tu novia me hizo una oferta mejor”… El psiquiatra fue con su esposa al cine. El tipo que estaba junto a la mujer empezó a agarrarle las piernas. La señora le dijo a su marido lo que estaba sucediendo. “Ha de ser un perturbado sexual –dictaminó el psiquiatra-. Pero no puedo hacer nada. No es mi paciente”… Capronio, sujeto ruin y desconsiderado, le dio un abrazo a su mujer el pasado Día del Amor y la Amistad, y ante el asombro de la infeliz mujer le dijo con emotivo acento estas palabras: “¿Quién es la mejor esposa del mundo? Tú… ¿Quién es la mujer más bella del planeta? Tú… ¿Quién es la más tierna y dulce compañera? Tú… ¿Quién es para su marido la amante más apasionada, más ardiente y más diestra en los placeres de la cama? Tú… ¿Quién es el hombre más mentiroso sobre la faz de la tierra? Yo”… La mañana de aquel domingo era terrible. El termómetro marcaba cero grados –o sea que no había temperatura-, nevaba copiosamente y soplaba un viento helado capaz de convertir la hoguera de las pasiones en estatua de hielo fredda e immobile. A pesar de eso la mamá de Pepito estaba fuera de su casa paleando con gran esfuerzo la nieve que se había acumulado la noche anterior frente a la puerta, y que obstruía no sólo la entrada, sino también la salida, por lo cual la faena era doble. El señor de la casa de al lado se preocupó al verla realizar esa ingrata y peligrosísima tarea, que a muchos ha provocado un infarto fatal. Se abrigó bien y fue hacia ella. “Vecina –le dijo lleno de inquietud-, ¿cómo es posible que esté usted haciendo este trabajo tan pesado? Esa tarea le toca a su marido”. Respondió la señora: “Echamos al aire una moneda para que la suerte determinara quién salía a palear la nieve y quién se quedaba a cuidar a Pepito”. “Caramba –se condolió el vecino-. Siento mucho que usted haya perdido”. “No –dice la señora-. Yo gané”… En la junta mensual de la Cofradía de la Reverberación una de las socias le pidió al Padre Arsilio que les dijera la diferencia que hay entre adulterio y fornicación. Antes de que el buen sacerdote procediera a dar la explicación otra socia levantó la mano y dijo: “Perdone, Padre: yo he hecho las dos cosas, y no encuentro ninguna diferencia entre ellas”. (Nota. Se parece esa señora al ranchero del norte a quien un amigo le preguntó cómo se debía decir: “abigeo” o “abígeo”. “No sé –contestó el hombre-. A mí me han llevado a la cárcel con las dos pronunciaciones”)… En el avión el pasajero le contó a su vecino de asiento que había pasado dos meses en Europa, y que ansiaba reunirse ya con su esposa. Cuando llegaron, temprano en la mañana, la señora estaba esperando a su marido. Le gritó éste al verla: “¡PC!”. “¡No! –respondió ella-. ¡PD!”. “¡PC!” –volvió a gritar el hombre. “¡No! –repitió ella-. ¡PD!”. El otro le preguntó muy intrigado: “¿Qué significa eso de ‘PC’, ‘PD’?”. Respondió el tipo: “Ella quiere desayunar primero”. (No le entendí)… FIN.(MILENIO)