sábado, 22 de febrero de 2014

febrero 22, 2014
Armando "Catón" Fuentes Aguirre

Un astronauta de la Tierra llegó a Marte. Al bajar de su nave se topó con una marciana. Cuando la vio prorrumpió en una carcajada. "¡Qué cuerpo tienes tan absurdo! -se burló-. Un solo ojo en la frente; cuatro brazos; la boca de trompeta; las bubis a los lados. ¡Pareces un muévedo, una hechura del Bosco o de Picasso!". La marciana, irritada, levantó el brazo izquierdo y dirigió su axila al rostro del chocarrero cosmonauta. Le dijo: "Si sigue usted molestándome lo voy a mear". El futuro está en el vientre del pasado, y el presente lo mira con temor. Ciertamente esa frase no merece ser inscrita en bronce eterno o mármol duradero, y ni siquiera en plastilina verde. Por principio de cuentas es ampulosa, rimbombante. Parece escrita por León Bloy o Vargas Vila. Luego, si bien alude al futuro, el pasado y el presente, no menciona al copretérito ni al pospretérito, lo cual es claramente discriminatorio. Así como hay equidad de género debe haber también equidad de verbo. Crearé mi propia ONG para exigir a la Cámara baja -me refiero a la más baja- que promueva una cuota de tiempos verbales que los iguale a todos. Ahora bien: ¿por qué digo: "El futuro está en el vientre del pasado, y el presente lo mira con temor"? Porque la reforma fiscal hecha por el actual gobierno está impactando en forma muy severa la economía popular. Hay quienes pronostican que la inflación actual, crecida ya en enero, se habrá de disparar todavía más en los próximos meses. (Escuchemos. ¡Bang! ¿Lo ven? Se disparó aún antes de lo previsto). También afirman esos agoreros que la devaluación del peso seguirá rampante (lo bueno es que no sé qué es eso de "rampante"), y que el ahorro y la inversión disminuirán. Eso, aseguran, se reflejará negativamente para el PRI en las urnas, que enfrentará serios problemas en las dos elecciones que habrá este año, y en las del siguiente, para no hablar de la elección presidencial. Lo dicho: el futuro está en el vientre del pasado, y el presente lo mira con temor. (Caón, una repetición más de la frasecita y me la voy a aprender de memoria, con riesgo de andar luego por las calles diciendo en alta voz: "El futuro está en el vientre del pasado", etcétera. De ahí directo al Palacio de los Napoleones, que así llaman algunos bárbaros al manicomio). Con motivo de la reciente visita de "The three amigos" viajaron a Toluca un reportero y un fotógrafo de La Voz de los de Abajo, periódico jocoserio y de combate que aparece trimestralmente en Cuitlatzintli. Por desgracia sus credenciales no fueron admitidas, motivo por el cual fueron  a rumiar su enojo en una taberna de barriada. Muy entrados en copas se encontraban ya cuando llegó a la cantina una mujer y se sentó en la barra. "¡Recórcholis! -exclamó uno de ellos-. ¡Es Michelle Obama!". "No puede ser" -opuso el compañero. "¡Te digo que es ella! -insistió el otro. "Imposible" -ratificó el amigo. Repitió el primero, terco: "Es ella, y te lo voy a demostrar. Se lo preguntaré". "¡No hagas eso! -se alarmó el primero-. ¡Es una imprudencia temeraria!". "Déjame" -porfió el tozudo tipo. Y así diciendo fue hacia la mujer y le preguntó con tartajosa voz al tiempo que se quitaba la grasienta gorra que llevaba con la inscripción "López Mateos para Presidente": "Perdone, mi estimada. Con todo respeto: ¿es usted Michelle Obama?". La mujer pensó que se estaba burlando de ella. Le contestó, furiosa: "¡Michelle Obama tu tiznada madre!". Volvió el sujeto a su mesa con el rabo entre las piernas y le informó a su amigo: "Se enojó mucho, y me mentó la madre". "¿Lo ves? -suspiró el otro con tristeza-. Ahora ya nunca sabremos si es Michelle Obama o no". Don Algón le dijo en su privado a la curvilínea chica: "El puesto de secretaria es suyo, señorita Granderriére. Su salario será de 10 mil pesos al mes. Ahora dígame: ¿le gustaría aplicar ahora mismo para un aumento de sueldo?". La llorosa recién casada le contó entre lágrimas a su mamá: "Nomás llegamos de la luna de miel Leovigildo empezó a decirme palabras feas". "¿Qué palabras feas te dice?" -se alarmó la señora. Contesta la muchacha: "Palabras como: 'haz de comer', 'lava', 'plancha'.". Un hombre de color le propuso una adivinanza a un blanco: "¿Qué cosa es blanca y mide 12 pulgadas?". Respondió el caucásico: "No sé". Le dijo el otro: "Ninguna". (No le entendí). FIN.