domingo, 19 de enero de 2014

enero 19, 2014
PARÍS, Francia, 19 de enero.- La compañera del jefe del Estado, hospitalizada el viernes día 10, tras conocer los detalles de la relación amorosa entre Hollande y una actriz, Julie Gayet, salió de la Pitié-Salpetriére (un histórico hospital cuyas inmediaciones fueron inmortalizadas por Pío Baroja), poco después de las tres de la tarde del sábado, para ser trasladada a una de las residencias de recreo del jefe del Estado, el palacete de La Lanterne, en Versalles.

Valérie y François Hollande, presidente de Francia, en tiempos armoniosos.

El palacete de La Lanterne fue contruido en 1787 por orden de Luis XV. Luis XVI y su esposa, Marie-Antoinette, lo utilizaron con mucha regularidad. Desde hace años, es utilizada como residencia de reposo y regreso de los presidentes de la V República. La instalación de Trierweiler en el palacete, para «reposarse”, pudiera sugerir que sus relaciones con el presidente Hollande pudieran «normalizarse« dentro de unos días.


A la misma hora que Valérie Trierweiler salía del hospital, François Hollande pronunciaba uno de los discursos más importantes de su presidencia, en Tulle (Corréze), su feudo electoral, perfilando su proyecto de recentralización, fusión y reducción del número de regiones de Francia, insistiendo en la «igualdad territorial» y la «unidad nacional».

El viaje a Tulle del presidente es un «clásico» del calendario político nacional. Es tradicional que Hollande vaya hasta su feudo electoral a primeros de enero desde hace muchos años para desear un buen año a quienes llevan varias décadas manifestándole una gran confianza política personal.

Tras el estallido del escándalo personal de sus amoríos con una actriz, Julie Gayet, la hospitalización de su compañera sentimental, Valérie Trierweiler, y las «reservas» de la madre de sus cuatro hijos, Ségolène Royal, el viaje y discurso a Tulle tenía una importancia muy particular: se esperaba que el jefe del Estado hiciese alguna «revelación».

Hollande prefirió «salirse por la tangente» de los grandes desafíos del Estado, a primeros del siglo XXI, matizando los contornos de su gran proyecto para 2014: una nueva Ley de descentralización llamada a cambiar de manera significativa el mapa político nacional. Esa futura Ley será objeto de mucho debate, discusión, controversia y decisiones de gran calado, los próximos meses, siguiendo estos contornos: Volver a regular las competencias de las regiones, unir o «fusionar» algunas regiones, reducir el número de regiones, confirmar la unidad del Estado y la «igualdad de los territorios nacionales».

La unión o «fusión» de regiones es un proceso que Hollande espera «favorecer» a través de las ayudas estatales: las regiones que decidan «mutualizar» servicios, o unirse -a un ritmo que está por discutir-, recibirán más ayudas que las regiones que prefieran el inmovilismo. La igualdad de los territorios nacionales es para Hollande la matriz última del Estado y la salida común de la crisis.

En una forma física aparentemente tranquila y jovial, a pesar de sus tribulaciones amorosas, el presidente Hollande evitó cuidadosamente «empañar» tan ambiciosos proyectos de Estado con la «polución» de sus relaciones personales con Valérie Trierweiler, futuro personal también pasar por su vuelta o alejamiento del Elíseo, convertido en teatro de vodevil de las aventuras amorosas del jefe del Estado. (ABC)