miércoles, 8 de enero de 2014

enero 08, 2014
Historias de reportero | Carlos Loret de Mola Álvarez | 8-I-14

El 2014 se estrena con la negociación de la ley reglamentaria de la reforma de telecomunicaciones. Hay definiciones relevantes pendientes y se esperan cabildeos de las empresas del sector, entre ellas las confrontadas Telmex-Telcel y Televisa.

Este choque ha exhibido un comportamiento editorial analizable de distintos espacios periodísticos autoproclamados “independientes”.

Cuando Emilio Azcárraga Jean tomó control de Televisa y empezó la apertura informativa, hubo una “luna de miel” entre Televisa y estos medios y periodistas que se presumen “independientes”. Incluso algunos tuvieron programas, colaboraciones, emisiones especiales en Televisa.


Pero dos cosas sucedieron que terminaron con la miel:

1.— Estos programas fueron en su mayoría un éxito para el círculo de opinadores pero un fracaso económico y de audiencia, y por tanto dejaron de salir en la tele.

2.— En el Congreso se votó una ley de telecomunicaciones, apodada “Ley Televisa”, que no accedió al deseo de muchos de estos medios y periodistas de tener su propio canal de TV.

La crisis se dio en el conflicto poselectoral del 2006. Si bien durante el tiempo de campaña, el PAN-gobierno, los empresarios y el PRI acusaron a Televisa de “lopezobradorista”, Andrés Manuel responsabilizó a la televisora del “fraude” y en automático llegó el rompimiento de medios y periodistas afines al tabasqueño (los no tan afines a AMLO sólo mantuvieron el frío).

Hasta ese momento, las relaciones entre Telmex-Telcel y Televisa eran cordiales. Al poco tiempo, los avances tecnológicos orillaron a que se enfrentaran.

Una de las estrategias en este desigual choque —según Forbes, la fortuna de Slim es 30 veces superior a la de Azcárraga— fue que Teléfonos de México empezó a nutrir de publicidad en carretadas de dinero a periódicos, revistas, programas y estaciones de radio, portales y periodistas anti-Televisa (sean o no cercanos a Andrés Manuel López Obrador).

Esto le valió dos cosas: que éstos siguieran haciendo del denuesto a la empresa de Azcárraga el eje central de su línea editorial y que tomarán partido a favor de Telmex en la “guerra de las telecomunicaciones”, sin mostrar ninguna pluralidad informativa al abordar este choque de intereses entre el hombre más rico del mundo y el número 589 de la lista.

¿No sería sano, no abonaría a la apertura mediática que tanto se proclama, transparentar estas relaciones económicas para que lectores, radioescuchas e internautas supieran a qué atenerse? Porque todo mundo sabe que Televisa es de Azcárraga pero pocos saben qué medios son de Slim y caminan disfrazados.

Los Slim-media se dedican casi a diario a golpear a Televisa —campañas mediáticas en las que hay más calumnias y pifias periodísticas que una útil y sana crítica a los errores que se han cometido por la televisora—; Televisa apenas se ha “defendido” en pantalla con un ínfimo número de noticias críticas al monopolio telefónico, periodísticamente incontrovertibles. Yo, que trabajo en Televisa, lo agradezco.

Un colega me dijo: “Yo no sé por qué Televisa no se defiende al aire”. Su comentario me motivó a expresar mi punto de vista de lo que será el secreto a voces del año.