domingo, 5 de enero de 2014

enero 05, 2014
Juan Acuesta Rodríguez 

Resulta completamente inverosímil que a estas alturas la PROFECO se haya dado cuenta de las irregularidades en las cuales incurrían las casas de empeño Monte de Piedad y Fundación Dondé, dos de las tantas ya existentes casas de empeño que se dedican a los préstamos (legales) que bien venían siendo una usura autorizada.

Yo le pregunto a PROFECO en dónde y cómo quedan las demás casas de empeño, puesto que seguramente todas están en las mismas circunstancias o peor, si bien es cierto, más o menos aliviaban algunas urgencias económicas de quienes acuden a esos lugares y creo que esas dos a las cuales asistieron y cerraron preventivamente eran a las que más el pueblo visitaba para realizar sus empeños.
¿Por qué en este tiempo lo hacen, cuando más lo requiere la gente? No es que esté de acuerdo con el funcionamiento de estos grandes consorcios, sino que con esta acción la gente puede pensar que a alguna casa en especial estén favoreciendo.

Intervengan en todas, que ya son muchas y las han dejado no sólo crecer, sino desarrollarse.

Pongan en todas visiblemente las normas y leyes que el consumidor o usuario debe saber y que le deben proporcionar dichos negocios. Por lo tanto, en estos momentos han dejado a la población en manos de quién sabe quiénes que les proporcionen este servicio, porque si el Monte de Piedad y Fundación Dondé incurrían en esta irregularidad, imagínense cómo están las otras.

Quizá todo esto sucede por los grandes salarios que recibe el pueblo por parte de sus empleadores y desde luego, autorizados oficialmente por el gobierno, como por ejemplo los dos pesos con cincuenta centavos que aumentó el salario mínimo y que a la clase trabajadora seguramente la enriqueció y no así a esa horda de políticos quienes al recibir salarios raquíticos, seguramente se empobrecieron.

Gobierno, revisa y reactualiza los salarios.

PROFECO, cumpla con su función y atienda estas situaciones.