miércoles, 22 de enero de 2014

enero 22, 2014
MÉXICO, 22 de enero.- Miacatlán, un municipio del Estado mexicano de Morelos de 8.000 habitantes, era este miércoles un pueblo “a la expectativa”. Así lo explicaba al teléfono una de las trabajadoras de su Ayuntamiento. "Ya hemos hecho todo lo que podíamos, no podemos hacer más", decía. Todo el pueblo esperaba. Llevaban esperando varios meses a que un recurso legal paralizara la ejecución de uno de sus conciudadanos, Edgar Tamayo, condenado a muerte en Texas por el asesinato en 1994 de un policía. El reloj marcó las seis de la tarde - la hora programada para la ejecución - y los habitantes de Miacatlán y los mexicanos tuvieron que seguir esperando. Un recurso interpuesto ante el Supremo de EE UU aplazó tres horas el desenlace de una historia que empezó hace 20 años. 


En un comunicado hecho público minutos después de la muerte por la Secretaría de Relaciones Exteriores, el Gobierno de México ha lamentado la ejecución del ciudadano mexicano. "La ejecución viola la Convención de Viena sobre Relaciones Consulares y contraviene el fallo de la Corte Internacional de Justicia dictado en el Caso Avena (2004). Esta decisión ordenó a Estados Unidos a revisar y reconsiderar los veredictos de culpabilidad y la pena capital impuesta al señor Edgar Tamayo, así como a otros 50 connacionales, cuyo derecho a la notificación y asistencia consular fue violado por las autoridades de Texas al momento de su detención", dice el documento.

Este mismo miércoles, el presidente mexicano Enrique Peña Nieto ha coincidido en Suiza con el gobernador de Texas, Rick Perry, donde los dos participarán en el Foro de Davos. Muchos esperaban que Peña Nieto pudiera interceder ante Perry y conseguir que éste cambiara de opinión sobre la muerte de Tamayo. El canciller José Antonio Meade, el embajador de México en EE UU, el presidente de la CNDH y el gobernador de Morelos son algunos de los cargos que enviaron misivas al gobernador texano para solicitar la suspensión de la ejecución.

Aunque suene tópico, la esperanza es lo último que perdieron las personas más cercanas a Tamayo. Hasta que se produjo la ejecución, continuaron pidiendo que el gobernador de Texas, la única persona que podía parar la ejecución, lo hiciera. “Hemos hecho todo lo que humanamente ha sido posible, nos sentimos satisfechos pese a todo”, decía tan solo unas horas antes Pablo Antonio Castro, la persona detrás de la campaña Salvemos a Edgar en las redes sociales. Además de ser el presidente de la Confederación de Asociaciones y Clubes de Morelenses de EE UU y Canadá, es amigo de Edgar Tamayo desde hace 18 años. A él le dedicó Tamayo una de sus últimas cartas, fechada el pasado 7 de enero. En ella, el preso agradecía el apoyo de sus compatriotas y se despedía de aquellos que han trabajado durante años por que se revisara su caso.

“Y el mensage que quiero darte es, que si me ejecutan, que por favor les digas a todos mis paisanos, mi mexico entero que me disculpen por averles fallado y llegado encajonado. Y ojala que lo mio sirva como ejemplo para otras personas”, dice literalmente la misiva de tres páginas escrita a máquina. “Él quería regresar victorioso a tu tierra, pero llegará en un cajón”, explica Castro, residente en EE UU y originario de Cuernavaca.

Cientos de los habitantes de este pueblo marcharon ayer martes por las calles de Cuernavaca - la capital morelense - para pedir que se parara la ejecución de Tamayo, quien ha muerto en la cárcel de Huntsville a los 46 años después de que se le aplicara la inyección letal. La marcha estuvo encabezada por muchos de los amigos que dejó en su pueblo hace más de 20 años, cuando se fue con su esposa a probar suerte al vecino del norte. La mayoría de sus familiares - sus padres, sus dos hijas, sus nietos, sus tíos, sus primos e incluso el presidente municipal de Miacatlán - no acudieron a la protesta porque han viajado hasta Texas para despedirse del reo. Sobre las 16.00 horas, cuando el tiempo corría imparablemente, los habitantes del municipio se han congregado en la casa familiar y después han oficiado una misa en recuerdo de Tamayo. 

A la fuerza de familiares y amigos se ha unido en las últimas semanas la de organizaciones como Amnistía Internacional, que ha enviado a las autoridades de Texas más de 17.000 firmas para exigir que se suspendiera la ejecución. Los medios de comunicación mexicanos han seguido casi en directo las noticias de las últimas horas del reo y muchos tenían enviados especiales en las inmediaciones de la prisión. Ahora, después de 20 años y tres estériles horas añadidas de espera, a Miacatlán solo le queda recibir "encajonado" al ciudadano por el que han rezado durante dos décadas. (Mari Luz Peinado para El País)