jueves, 5 de diciembre de 2013

diciembre 05, 2013
Historias de reportero | Carlos Loret de Mola Álvarez | 5-XII-13

El primer impulso del Ejército mexicano fue negar la realidad. Incluso dos días después de que un nuevo grupo guerrillero convocó este fin de semana en el estado de Guerrero a algunos reporteros nacionales y extranjeros para leer un comunicado inaugural, la zona militar filtró que tal evento no había existido, casi que era un invento de los medios, una “volada” periodística.

Pero para el lunes por la noche, reportes de inteligencia del gobierno federal, a los que tuve acceso, admitían la irrupción de las Fuerzas Armadas Revolucionarias-Liberación del Pueblo, como una escisión de la añeja guerrilla Ejército Popular Revolucionario (EPR).

Se trataría, según la misma información, de una célula que en el EPR era la encargada de enfrentarse con los grupos del narcotráfico en la entidad. Señalan los oficiales que reconocieron al personaje que se identificó como comandante Camilo.

Su demanda de arranque —la derogación de la reforma educativa— los ubica claramente en la línea histórica de combate armado de los maestros del sur de México, y a la vez con estrechos vasos comunicantes con la que ha sido la principal opositora a esa reforma —y que tiene su bastión en esa región del país—, la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación.

El dato no es nuevo. En esta columna usted leyó justo hace una semana (“La CNDH pedirá desaparición de poderes virtual”, el 28 de noviembre de este 2013) que la Comisión Nacional de Derechos Humanos había encontrado vínculos entre grupos guerrilleros, movimientos de estudiantes normalistas y organizaciones de maestros, como parte de un potaje que les exhibe ingobernabilidad en Guerrero.

Con raíces en la lucha guerrillera de los años 60, el EPR hizo su aparición formal el 28 de junio de 1996, en el primer aniversario de la matanza de Aguas Blancas. Ángel Heladio Aguirre Rivero tenía poco más de dos meses de haber entrado como gobernador interino de Guerrero, en sustitución de Rubén Figueroa, responsabilizado políticamente de ese crimen.

Tras la presentación del grupo guerrillero en el vado de Aguas Blancas, el entonces secretario de Gobernación, Emilio Chuayffet, tuvo el mismo impulso que esta semana mostró el Ejército mexicano. Negó la existencia de tal guerrilla y dijo que aquello había sido sólo una “pantomima”.

Diecisiete años después el EPR sigue activo en varios estados, destacadamente Guerrero, Michoacán y Oaxaca; la disidencia magisterial nacida a finales de los años 70 está más fuerte que nunca en esas mismas entidades; el secretario de Gobernación que negó la insurgencia es ahora secretario de Educación y niega interlocución a la CNTE, y el gobernador guerrerense es el mismo de entonces. Un elemento nuevo en Guerrero es la presencia incrementada de grupos de autodefensa que desde el año pasado han tenido un discurso claramente distinto al de los michoacanos: van por la insurgencia.

SACIAMORBOS

Cantidad de políticos de todos los colores que quieren heredar a sus hijos los liderazgos.

0 comentarios:

Publicar un comentario