lunes, 16 de diciembre de 2013

diciembre 16, 2013
Gilberto Avilez Tax

La fotografía que inserto en este texto, es el sello oficial del ayuntamiento constitucional de la villa de Peto de octubre de 1891. Ahí se nombra a la villa como Peto de Rosado. Esto tiene su por qué, mismo que ahora explico.

Un decreto de la 7ª Legislatura Constitucional del Estado de Yucatán del 15 de agosto de 1878, señalaba:“Que los ayuntamientos unan un nombre célebre al de cada pueblo de sus respectivas demarcaciones”. Estipulaba que desde el 16 de septiembre de ese año los ayuntamientos y juntas municipales celebren sesiones extraordinarias con el objeto señalado. El nombre que elijan, “será el de un héroe de la República, especialmente del Estado ó ya el de un personaje histórico que hubiese prestado importantes servicios a la humanidad en cualquier ramo”. (Ancona, 1886, Tomo V., p. 340). La fecha más temprana que tengo de la agregación del nombre, apareció el 5 de octubre de 1878, firmando la nota el jefe político del partido como Peto de Rosado (Cfr. La Razón del Pueblo, 11 de octubre de 1878).


Después de la “reconquista” de Peto del 30 de noviembre de 1848 de manos de las huestes de los rebeldes que comandaba Jacinto Pat, el coronel Eulogio Rosado defendería la plaza de Peto hasta su muerte en 1853 a causa del cólera morbus. Desde la “reconquista” hasta ese año, una nota del diario oficial yucateco, El Regenerador, de febrero de 1855, decía que el renacer de la villa de Peto a partir de 1849, se debió a Eulogio Rosado. En una tesis que estoy escribiendo sobre el partido de Peto, señalo que una vez que fueron arrinconados nuevamente los rebeldes a “sus bosques” orientales, Ticul, Tekax, Peto y hasta Tihosuco “comenzaron a alzarse de entre sus propias ruinas obteniendo una repoblación é importancia industrial bien distantes de los tiempos pasados, pero inaccesibles después de haber sido estos pueblos los teatros de luchas y desgracias inaudibles”. De entre los pueblos citados, fue la villa de Peto la que se repuso más que ninguna, siendo el punto central de los esfuerzos de los antiguos propietarios que hacían bastante por levantar de nuevo su decaída fortuna. Hecho cuartel general de la Comandancia de la Línea del S.E, una nota decía que “Peto llegó á obtener una doble y acaso mucho mayor importancia que en tiempos atrás”. Este renacimiento –que no duraría ni un lustro, como hemos visto por las incursiones citadas- se debería:

[…] a la actividad incansable, al valor, al heroísmo en fin del malogrado coronel D. José Eulogio Rosado que siempre alerta y en pie a pesar de sus enfermedades, no abandonaba la campaña corriendo de un punto á otro con la actividad del rayo, ya para sofocar un motín, ya para derrotar á los bárbaros donde quiera que intentaban romper la línea de bayonetas con que los contenía después de haberlos arrojado á sus bosques (“La Redacción. Peto”. El Regenerador. Periódico oficial, viernes 16 de febrero de 1855).

Los alzamientos militares, nuevamente como consecuencia de las disputas políticas, y el cólera morbus tal vez, hicieron mella para que los rebeldes buscaran un resquicio en poblaciones fronterizas desguarnecidas. Varios pueblos fueron presa de los del oriente, y en este contexto, Peto no cayó en poder de los sublevados, “más vió el riesgo que ya correría y una nueva decadencia volvió á marcarse en su población e industria” . Sin embargo, del recuerdo de este renacer del partido de Peto, años después el ayuntamiento de Peto, al buscar un nombre con qué bautizar a la villa, la nombraría como Peto de Rosado, seguramente como sortilegio militar para hacer frente a las arremetidas rebeldes, y como un homenaje post mortem a don Eulogio Rosado.

0 comentarios:

Publicar un comentario