jueves, 5 de diciembre de 2013

diciembre 05, 2013
Gilberto Avilez Tax

En su libro Supersticiones mayas (1905: 89-90), Rejón García apuntó sobre el nombre antiguo del pueblo de Peto, del modo siguiente:


“Mucha hilaridad le causó el análisis de ‘Peto’. Pero ¿es posible, nos preguntó, que hayas sudado tanto y analizado de ese modo por una cosa que se explica en dos palabras? Es pura y sencillamente derivado de Petul, una familia de ese nombre que se estableció en el lugar donde hoy existe Peto y decían de ellos, Petuloob, los Petules; pues bien; Petuloob, degeneró con el transcurso del tiempo, y los gachupines lo convirtieron en Peto. En mi niñez (allí por 1820) oía yo que los indios viejos llamasen á Peto Petul”.

Manuela Cristina Bernal, en su tratado sobre el Yucatán colonial, hizo referencia a estos "petules", supuestamente emigrados al inicio del contacto indo-europeo. Sobre qué tan cierto fue la existencia de estos "petules", lo que sí sabemos es que dio pie al nombre de Peto, que en la "historia rosa local" (compárese a los dos Sabidos), se le ha denominado como "Corona de la luna", aunque yo prefiera designarle como "la hedionda corona", siguiendo en esta última designación el voluminoso Diccionario maya del sabio Alfredo Barrera Vázquez. Sobre este gentilicio rarísimo -en Peto no existe nadie con el apellido Petul-, revisando los viejos periódicos, di con esta foto aparecida en La Revista de Yucatán el 29 de octubre de 1918. Es el retrato grupal de unos supuestos "conspiradores" de Valladolid (la nota no dice más). Entre ellos, descuella un joven Eduardo Petul, de 25 años.

0 comentarios:

Publicar un comentario