Paso la mano sobre el
mármol frío,
de Cristo el rostro
palpo bajo el velo;
sudario santo reproduce
el celo
de un escultor
napolitano pío.
De imágenes privado, me
rodea un vacío;
peligroso es cruzarlo,
mas anhelo
acallar la zozobra del
recelo
y declarar que lo que
toco es mío.
Tiento las cosas para
así apropiarme
de mi espacio vital.
Para allegarme
la sustancia esencial,
fuente de vida.
Tú que no eres de
mármol, sé prudente,
no por ser yo ciego,
seas clemente.
Si mi mano te toca,
estás perdida.
(R.R.R.)