sábado, 16 de noviembre de 2013

noviembre 16, 2013



En la época de las revoluciones intestinas de Yucatán, después del famoso combate de Dzitás, un curandero cubano de apellido Ramos que además era hábil cocinero, confeccionó y sirvió a los jefes y oficiales vencedores un suculento almuerzo utilizando, según dijo, la carne de unos cerdos que cayeron en la plaza durante la refriega.

Mas he aquí que alguien vino a decir al General Cantón que lo que estaban comiendo era carne humana. Alguien propuso fusilar a Ramos sin formación de causa; pero Cantón se opuso, porque no tenía otro que curase a los heridos y porque además podía ser (como es probable que fuese) una calumnia de los enemigos del "doctor". 

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