lunes, 11 de noviembre de 2013

noviembre 11, 2013
MICHOACÁN, México, 11 de noviembre.- “No sé si Michoacán sea un estado ‘podrido’, como describió el sábado el dirigente nacional del PRD, Jesús Zambrano. Lo cierto es que la extorsión se ha apoderado de él”, asegura el periodista Pascal Beltrán del Río, en la columna que publica este lunes el periódico Excelsior en su portal electrónico.


Ya es denuncia frecuente que el crimen organizado demanda no sólo el 10 por ciento del costo de las obras públicas municipales, sino que exige que se le entregue la décima parte de las participaciones que recibe el municipio, señala.

Lo más difícil de aceptar, considera, es que la información se filtra en todos los niveles, como lo demostró el reciente caso del edil de Santa Ana Maya, que recibió amenazas sobre promesas de recursos de los que nadie sabía nada.

La extorsión en Michoacán golpea por igual a autoridades emanadas de todos los partidos, señala Beltrán del Río, quien recomienda voltear a otros lugares del mundo, con problemas semejantes a los nuestros, para ver cómo han lidiado con ellos.

El columnista recuerda el caso de la isla italiana de Sicilia, y calcula que hace una década el 80 por ciento de los negocios pagaban extorsión a la Cosa Nostra. Los empresarios estaban resignados a pagar el derecho de piso. Sabían que si no lo hacían, podían sufrir la suerte del fabricante de ropa Libero Grassi, quien fue asesinado después de denunciar la extorsión en una carta abierta.

Sin embargo, las cosas comenzaron a cambiar el 29 de junio de 2004, cuando el centro de Palermo, la capital siciliana, amaneció tapizado con carteles que asemejaban una esquela. Quienes se acercaban a leerlo se encontraban con el siguiente mensaje: “Un pueblo que paga el pizzo es un pueblo sin dignidad”.

La palabra pizzo, que significa extorsión, significa pico de pájaro en el dialecto local. Remite a la imagen de un ave que vuela de flor en flor, chupando el néctar, igual que los mafiosos van de negocio en negocio cobrando una cuota mensual.

Pronto se dio a conocer que detrás del cartel provocador estaba la organización Addiopizzo (addiopizzo.org), que se propuso certificar los negocios que se negaran a pagar el derecho de piso e invitar a la gente a consumir sólo en negocios libres de él.

“Contra el pizzo, cambie sus hábitos de compra”, es el lema de la organización. Aunque la aceptación de su iniciativa tuvo un arranque lento, el año pasado alcanzó la cifra de mil negocios certificados, que exhiben una calcomanía con una equis como señal de que no aceptan pagar la extorsión. 

Esa iniciativa no surgió del gobierno ni de los cuerpos de seguridad sino de los ciudadanos. Tal vez los michoacanos debieran rebasar a sus autoridades y tomar en sus propias manos no la violencia reactiva —que proponen los autodefensas— sino la dignidad, concluye el columnista. (Agencia Quadratín)

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