viernes, 15 de noviembre de 2013

noviembre 15, 2013
Pedro Echeverría V.

1. El magnate de Televisa está nervioso. Imagínense nada más: es propietario de un negocio de poco más de 600 millones de dólares que perdería si el equipo mexicano no consigue su pase a Brasil 2014. Perdería millones y millones en contratos de televisión, patrocinios, factores micros y macros, directos e indirectos que no se harían y representaría un a gigantesca pérdida junto a cuatro años de inversión a un equipo que finalmente le terminaría dejando en números rojos de este gran negocio que llaman “fútbol mexicano”. Televisa ha inyectado enormes capitales que no puede perder.

2. Me da risa, pero también coraje y decepción por lo que han hecho el capitalismo y los medios de información con la mente de los seres humanos. Moverlos como quieren, manipularlos como desean, dirigirlos cuando les venga en gana. Si el equipo nacional pierde se habla hasta de suicidios; por lo contrario, si gana las multitudes llenan calles y plazas para gritar por su equipo; las cantinas rebozan para el desahogo y las oficinas públicas se paralizan. Me imagino que ese fanatismo se ha desarrollado en casi todo el mundo: México, Brasil, España. Es una religión o es como ella.

3. No soy patriota porque odio las fronteras que dividen al mundo al ser impuestas hace siglos por las guerras y la ley del más fuerte. Nací de manera casual en esta región, como pude haber nacido en otro lugar a 10 mil kilómetros, o no haber nacido. Me es enteramente igual que gane o pierda México u otro país en fútbol o cualquier competencia. Además no se quien inventó esto de competir en deporte, en política y riquezas, aunque sí sé de los millones y millones de negocios que se han hecho alrededor de estas cosas que hablan de ganadores y perdedores, de manipuladores y manipulados.

4. Las competencias como un juego para que cada quien se sienta personalmente mejor en sus relaciones sociales, en su trabajo, en sus ejercicios deportivos, pueden ser buenas mientras no dañen el organismo o la mente; pero la aparición de los premios y los castigos para distinguir a buenos y malos, a ganadores y perdedores, ha llevado a profundas diferencias sociales. Además de la propiedad privada y la acumulación de riquezas, las ideas de premiar “a los mejores” y castigar a los “perdedores”, ha llevado a la mayor estratificación de las clases sociales y a la profundización de sus diferencias.

5. De lo que estoy seguro es que los que piensan mucho en fútbol, en telenovelas, en la virgen de Guadalupe y en Pedro Infante, les queda poca mente para pensar en la causa de los problemas económicos, políticos y sociales en que vive. Más aún, ese es el objetivo que se busca al fanatizar al 80 por ciento de la población: que no le quede tiempo ni lugar en la mente para pensar en su triste vida, en su miseria económica, en el desempleo y la explotación de que es objeto. Poseo información consistente en que los periódicos deportivos y las revistas de telenovelas venden el triple de otras publicaciones.

6. A los políticos y empresarios no los manipula el fútbol, la TV o las telenovelas porque ellos cumplen con el papel de manipuladores. Cuando Peña Nieto y los legisladores de todos los partidos aplauden o felicitan a los futbolistas cumplen con el papel de políticos que se “identifican con el pueblo” para ganar apoyo y votos. Son idénticos a los empresarios que se dicen “muy mexicanos” pero siempre dolarizan sus pesos y los invierten en el país que les brinde mayores ganancias. Por el contrario el pueblo humilde que rodea el “Ángel de la Independencia” al grito de “Viva México”, es aplaudido a conveniencia por la TV.

7. En esta región del sureste mexicano (Yucatán, Campeche, Quintana Roo, Tabasco, Chiapas), el fanatismo hacia el fútbol no es grande si se le compara con la Ciudad de México y otros estados del centro; son estados beisboleros con muy pocos fanáticos. Televisa, TV Azteca, Tele Fórmula, pensando en el gran negocio que representa, han buscado imponerlo. Con excepción de Tabasco, el fanatismo de la región es esencialmente hacia el catolicismo y otras religiones menos grandes. Pero entre un fanatismo u otro habría que investigar cuál es más bloqueador de la lucha por la libertad. (14/XI/13)