jueves, 21 de noviembre de 2013

noviembre 21, 2013
Historias de reportero | Carlos Loret de Mola Álvarez | 21-XI-13

A punto de retirarse, fue la estrella de la reunión. Fue el más solicitado. Su mesa nunca estuvo vacía. Reporteros y compañeros clérigos desfilaron incesantemente frente al obispo de Apatzingán, monseñor Miguel Patiño.

Él, que por haber alcanzado los 75 años ya firmó su renuncia “por edad”, no se cansó de aclarar que no había salido huyendo del territorio del cártel de Los Caballeros Templarios, que todo había sido una mala coincidencia y una peor filtración informativa.

Como la grilla de las sotanas está sosegada en la Conferencia del Episcopado Mexicano —el cardenal Francisco Robles Ortega, su presidente, tiene aún dos años de periodo por delante—, el tema central de su asamblea anual la semana pasada fue la seguridad.

La discusión versó sobre el papel que debe jugar la iglesia católica mexicana ante los niveles de violencia que experimenta México.

El obispo de Apatzingán, Michoacán, fue puesto como ejemplo de valor y congruencia; y el “Modelo Acapulco”, implementado por la arquidiócesis del puerto guerrerense, como una opción a seguir.

El “Modelo Acapulco” es la “Operación levadura”, un tejido de redes ciudadanas orquestado por la Iglesia para acompañar a las víctimas del crimen organizado a través de centros de escucha dotados de especialistas psicosociales, y el establecimiento de una ruta de varios ejes para la construcción de paz:

Destacan establecer una serie de protocolos de seguridad para los pastores de la fe (qué hacer y qué no hacer en zonas de violencia, en traslados, en carreteras, etcétera), educar con base en la Carta Que en Cristo nuestra paz, México tenga vida digna, publicada en 2010 por los obispos de México, y mantener una estrecha vinculación con el Ejército, la Marina y los gobiernos locales para procesar denuncias concretas.

Acapulco ha venido implementando esta “Operación levadura” desde hace tiempo. Varias de las diócesis con mayores índices de inseguridad empiezan a importar el modelo: Zamora, Nuevo Laredo, Veracruz, sin contar que Chilpancingo, Tlapa y Altamirano también han sido permeadas.

El objetivo es que en todo el territorio nacional el mensaje desde el púlpito sea a favor de la construcción de la paz y que la Iglesia está unida en torno a ello.

SACIAMORBOS

Ya está convocado para febrero del 2014 el consistorio donde el Papa Francisco ungirá a nuevos cardenales para todo el mundo. Estuvo en México la semana pasada monseñor Marc Ouellet, el canadiense (que habla muy buen español) jefe de todos los obispos católicos del mundo, influyente en la decisión de quiénes merecen el ascenso. Para México es casi segura una nominación, pero en una de esas el Papa hace un guiño a nuestro país y nombra dos cardenales: los punteros son los arzobispos Rogelio Cabrera de Monterrey (que es una especie de “diócesis cardenalicia”) y Carlos Aguiar Retes de Tlalnepantla (quien es presidente del Consejo Episcopal Latinoamericano, Celam). El anuncio oficial debe llegar de un momento a otro.