jueves, 7 de noviembre de 2013

noviembre 07, 2013
OKUMA, Japón, 7 de noviembre.- Dos años y medio después de que Fuskushima fuera golpeada por un tsunami, comenzó la operación para retirar el combustible nuclear de un depósito del reactor 4, lo cual supondrá un primer paso crucial en el largo proceso de desmantelamiento de la maltrecha planta.

Así, se da por finalizada una primera fase que consistió principalmente en llevar a parada fría los reactores así como en la limpieza y retirada de escombros.

En una visita organizada para medios de comunicación internacionales, Tokyo Electric Power (Tepco) desveló el operativo para retirar y trasladar a un depósito más seguro los 1533 manojos o haces de barras de dióxido de uranio que yacen en la piscina de combustible gastado de la unidad 4 desde marzo de 2011.

Trabajadores con trajes y máscaras protectoras en la planta nuclear Fukushima Daiichi, al comenzar los trabajos. (AP)

Aunque en una central nuclear una operación como esta es rutinaria, en Fukushima el proceso se torna mucho más complejo. "El tener que realizar el operativo con traje y máscara antiradiación complica mucho las cosas", explicó el director de la planta, Akira Ono, quien, sin embargo, descartó que el proceso pueda resultar "extremadamente peligroso".


Antes de comenzar todo el procedimiento en torno al 20 de noviembre, Tepco planea realizar la próxima semana una primera prueba en la retirada de uranio además de un ensayo de su protocolo de evacuación. Este último es necesario porque la mayoría de este combustible fue usado en el núcleo del reactor y puede emitir una altísima radiación si algo falla y no se puede mantener refrigerado en todo momento.

El edificio del reactor 4 -que sufrió una explosión de hidrógeno a raíz del desastre- ha sido completamente recubierto por placas metálicas, y además se le ha añadido una enorme estructura desde la que operan dos grúas para retirar el combustible de la piscina.

Al lado de la misma, la lectura de radiación oscilaba hoy entre 28 y 40 microsievert por hora, mucho menos que lo que se registra en gran parte del recinto de Fukushima Daiichi, aunque más de 250 veces por encima de lo que se considera un nivel seguro para la salud.

Preocupación por daños
No obstante, el director de la planta reconoció que "lo que más preocupa es que parte del combustible pueda estar dañado por el agua marina o por escombros caídos en la piscina, y sobre todo que el operativo se tenga que detener en caso de que un manojo de uranio se atasque por un cascote que no hayamos podido retirar".

Si se produce ese atasco, el sensor de la grúa la detendría automáticamente nada más percibir una modificación en el peso de la carga. Desatascar el manojo podría llevar días o semanas y, de nuevo en el peor de los casos, podría acabar por provocar una grave emisión radiactiva.

Ante esa posibilidad, la Autoridad de Regulación Nuclear nipona (NRA) exigió a Tepco retrasar por dos semanas el inicio de la retirada del combustible para realizar primero más pruebas y mejorar la seguridad del procedimiento.

"Nos pidieron gran preparación y eso estamos haciendo. No queremos precipitar la operación", afirmó en este sentido el director de la planta, que recordó que el desmantelamiento de la central "es una carrera de fondo" que durará entre 30 y 40 años.

Las palabras de Ono cobran todo su sentido al recordar que en el interior de las piscinas de combustible gastado de los otros tres reactores afectados por la catástrofe duermen otros 1,573 de estos manojos de uranio. Y más aun, al tener en cuenta que dentro de estos reactores hay otros 1,500, muchos de los cuales se fundieron debido a la catástrofe, liberando unas emisiones de radiación que el mundo no había visto desde el accidente de Chernóbyl en 1986. (EFE / AP)

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