viernes, 29 de noviembre de 2013

noviembre 29, 2013
XCUNYÁ, Mérida, Yucatán, 29 de noviembre.- En el marco del segundo encuentro y diálogo de conocimientos y saberes, realizado en esta comisaría, al norte de Mérida, habitantes de 15 municipios y estudiantes de la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY) conversaron sobre el impacto que tiene en la salud y el medio ambiente el uso de sustancias y químicos utilizados en los solares y parcelas.

Ángel Polanco Rodríguez, académico del Centro de Investigaciones Regionales Hideyo Noguchi de la UADY, se refirió al impacto de los contaminantes, específicamente agroquímicos órgano-clorados, reportados y restringidos en legislaciones nacionales e internacionales.

Resulta increíble que sustancias causantes de retraso mental, padecimientos neurológicos y cáncer se vendan para su uso en el campo yucateco.


“En los últimos seis años académicos del Centro de Investigaciones Hideyo Noguchi y de las facultades de Química y de Medicina Veterinaria y Zootecnia hemos trabajado en proyectos financiados por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT) dando como resultado un Atlas de Riesgos de Agroquímicos de compuestos orgánicos persistentes en mujeres con cáncer”, explicó.


Polanco Rodríguez detalló asimismo investigaciones en 18 municipios del interior del estado con alta prevalencia de cáncer cérvico uterino y mamario. “Analizamos la sangre para saber si contenían residuos de plaguicidas órgano clorados y encontramos que el 98% de las pruebas fueron positivas a plaguicidas y un 53% reportaron niveles de concentración por arriba de las normas mexicanas”.

El académico indicó que “de igual manera se analizó leche materna en 4 municipios (Ticul, Kanasín, Peto y Teabo) y el 100 por ciento registró residuos de plaguicidas” y señaló que de esta situación surgen potenciales problemas de retraso mental y de aprendizaje así como neurológicos, entre otros.

“Los plaguicidas son generadores también de cáncer de próstata, malformaciones congénitas y muerte fetal infantil”, precisó y recordó que el 30% de las personas que habitan en el interior del estado bebe agua de pozo y de cenotes, espacios que debido a las actividades agropecuarias y uso de plaguicidas, contaminan el manto freático”.

Habría que ver si en los países del primer mundo se atreven a contaminar su tierra y a su gente como sucede en Yucatán.

Otro ponente del encuentro, inscrito como parte del proyecto “Comunidades de aprendizaje para el manejo de recursos naturales”, fue José Castillo Caamal, académico de la Licenciatura en Agroecología, quien presentó algunas prácticas aplicables para reducir el uso de los agro-tóxicos o agro-químicos.

“La agroecología es una ciencia que aplica conceptos y principios ecológicos para el diseño de agro-ecosistemas sostenibles”, indicó Castillo Caamal y con base en esto aseveró que “partimos del conocimiento de los pueblos donde hay un enorme cúmulo de conocimientos sobre prácticas sostenibles pero que con el advenimiento de la agricultura industrial los productores incorporan componentes de la agricultura industrial, entre éstos los agro-tóxicos”.

“Estas sustancias ayudan a resolver problemas de producción pero generan problemas en el ambiente, en la gente que los maneja y en aquellas personas que consumen los productos”, añadió.

Idelfonso Yah Alcocer, es agricultor y pertenece a la asociación Mayaoob, de Chacsinkín, durante su participación se refirió a las prácticas alternativas para los cultivos y señaló que “para no recurrir a los pesticidas, las personas tienen que sentir el campo, como los antiguos mayas, como nuestros abuelos que trabajaron la tierra. Lo importante es no dejarnos llevar por lo que dice la televisión y otros medios que generan desánimo”.

Víctor Cobos Gasca, académico del Campus de Ciencias Biológicas y Agropecuarias, tocó el tema relativo al impacto que los plaguicidas tienen en la fauna silvestre. “Hemos realizado estudios sobre los efectos en aves, peces y anfibios”, dijo que en caso de las aves “pasa los mismo que en las personas, sufren mareos, vómitos y quedan indefensas ante depredadores, y en el caso de los peces detectamos efectos de alteración en especies que habitan cenotes de Buctzotz, Abalá y Celestún”, concluyó.

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