domingo, 13 de octubre de 2013

octubre 13, 2013
Eduardo Ibarra Aguirre / Utopía 1314 / 13-X-13

“Muerto” para unos y gozando “de cabal salud” para otros, el Pacto por México se enfila al primer año de vida, salvo imprevistos políticos y sociales que cruzan por la madre de todas las reformas, la energética; también por el pronunciado declive del crecimiento económico y los efectos en chequeras del empresariado y bolsillos de las mayorías.

Aunque la autoría intelectual se atribuye a la corriente dominante en el Partido de la Revolución Democrática, denominada Nueva Izquierda y mejor conocida como Los Chuchos, en particular a Jesús Ortega Martínez, se trata de la iniciativa más trascendente del gobierno que busca “¡Mover a México!”, como si el inmovilismo selló la docena de Acción Nacional en Los Pinos.

El hecho documentable es que Enrique Peña accedió al cargo más importante del país sin mayores turbulencias y ni siquiera impugnaciones de significación trascendente, a diferencia de Felipe Calderón que las padeció a partir del 8 julio de 2006 e incluso hasta el 30 de noviembre de 2012.


Más aún, los primeros meses del gobierno de Peña Nieto suscitaron tal simpatía en los más influyentes medios impresos de allende el Bravo, que no faltaron analistas que enseguida acuñaron la frase del “momento mexicano”. Estaban en su derecho y además para eso les pagan, el error mayor fue que sus pares mexicanos (Aguilar, Castañeda, Zuckermann y una larga lista que ocuparía todo el espacio restante) se lo tomaron en serio, lo elevaron a categoría de realidad y teorizaron hasta la náusea.


“Momento mexicano” que prolongó artificialmente la llamada “luna de miel” entre el entonces nuevo inquilino principal de Los Pinos y los gobernados, pero magnificado al extremo por los analistas de la televisión duopólica y la radio oligopólica con sus excepciones.

Lo anterior es impensable sin el Pacto por México, los 95 compromisos y el anexo para sortear la primera crisis que padeció con el PAN de Gustavo Madero por la elección de Baja California que, finalmente, ganaron con el PRD en buena o mala lid.

El mecanismo de negociación política entre dirigentes de los principales partidos y los titulares de Gobernación y de Hacienda para la elaboración de reformas constitucionales y legales, no sólo creó y reproduce desencuentros en las cúpulas perredista y panista, sino también entre numerosos legisladores que, aducen, atropella sus tareas legislativas en un poder que se presume autónomo.

Fue Marcelo Ebrard, un no firmante del mexicano pacto reconocido en el exterior, quien al asegurar que el mecanismo “se murió desde el momento en que el presidente Enrique Peña Nieto presentó por sí solo la reforma energética”, pero suscitó las defensas más apasionadas sin reparar, como apuntó el líder blanquiazul, que “tiene fecha de caducidad”.

Caducidad que, sin embargo, no se producirá mientras la reforma política exigida por el PAN como condición para negociar la iniciativa de ley energética de Peña, o en tanto la reforma al Gobierno del Distrito Federal no sean una realidad legislativa o casi.

Los mandamases del Pacto por México no debieran perder de vista la advertencia de Kevin Casas-Zamora, consistente en que si aquél “no va aparejado de un consenso social, sus resultados serán contraproducentes, generarán fuertes resistencias, en especial de sectores que no han sido incluidos en la discusión”. Tengamos cuidado, dice el funcionario de la Organización de Estados Americanos, “no asumamos que los consensos construidos entre partidos son necesariamente consensos sociales”, como lo demuestran las calles del Distrito Federal y de una veintena de ciudades más frente a la llamada reforma educativa, hechura del pacto.

Acuse de recibo

“Después de leer tu Utopía (GDF, encapuchados y partidos), no dudo de que ciertos radicales de izquierda apoyen a vándalos, pero creo que los ‘presuntos anarquistas’ aunados a la actuación de los federales, es eso, un teatro con actores, tanto unos como otros, pagados por el gobierno federal para manchar una serie de reclamaciones legítimas: sea la libre manifestación, sea el rechazo a la represión del PRI-gobierno autoritario, sea que nuestros recursos energéticos se utilicen plenamente por mexicanos y para los derechos humanos de los mexicanos. No digo que el PRD mancerista no coopere (…)” La opinión es de Soledad Cervantes… Ramsés Ancira abunda: “Armando Salgado, mejor conocido por sus fotografías del halconazo de 1971, me aporta datos sobre los anarquistas, contenidos en la novela Lady L: Su único interés es el asesinato y la eliminación de los poderosos. No esperan nada de la vida, ni un trabajo digno ni la superación escolar, por lo tanto nada tienen que perder. Aun así me identifico más con la tesis de Francisco Rodríguez, éstos son neo-halcones y los patrocina gente ligada al PRI”… La sicóloga Lilia Muñoz concluye sobre Más tareas policiacas a la milicia (11-X-13): Gracias por compartir Eduardo, da miedo pensar que pasará”… Y Lilia Cárdenas: “Para que en lugar de 100, por decir una cifra, sean 400 los ladrones y criminales”.
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