viernes, 4 de octubre de 2013

octubre 04, 2013
ASÍS, Italia, 4 de octubre.- El papa Francisco instó este viernes a las parejas a perdonarse aun "cuando vuelen platos" tras recordar que "firmar la paz antes de acostarse" puede salvar el matrimonio.

Desde la catedral de San Rufino en Asís, la pequeña ciudad del centro de Italia donde nació San Francisco, ante numerosos religiosos, obispos y laicos, Francisco volvió a abordar un tema central de su pontificado: "reconocer los propios errores, pedir perdón, aceptar disculpas".

"Lo más importante es pedir perdón y aceptar las disculpas de los demás perdonando", dijo el Papa. "A veces pienso en los matrimonios que después de tantos años se separan: nos hemos alejado", comentó.

"Quizás no supieron perdonar a tiempo. A los nuevos esposos les doy este consejo: nunca terminen la jornada sin firmar la paz. Aún cuando hayan volado platos", agregó.

El Papa besa a un niño en brazos de su madre. (AP)

Francisco aprovechó la ocasión para dar consejos a los religiosos, curas y obispos a los que advirtió contra las "homilías interminables, aburridas, de las que nada se entiende".


A los obispos les recordó que son "custodios del don de la armonía en la diversidad" y a los párrocos los invitó a "conocer las personas".

"No se dejen bloquear por las rigideces o por el famoso 'siempre se hizo así'", dijo con tono amigable, similar al de Juan XXIII, conocido por su lenguaje simple.

Mundanidad

"Es ridículo que un cristiano verdadero, un obispo, un cardenal, un Papa, vayan por el camino de la mundanidad, que mata el alma, que mata la Iglesia".

Desde la ciudad del santo patrono de Italia del cual tomó el nombre, Francisco llamó hoy a la Iglesia y a todos los cristianos a despojarse del espíritu de mundanidad, que definió el "cáncer de la sociedad".

"La Iglesia debe despojarse de un peligro gravísimo, el de la mundanidad, el de la vanidad, el de la prepotencia, el del orgullo, el del dinero", clamó Francisco, quien prefirió dejar de lado el discurso que tenía preparado, evidentemente emocionado por estar en los lugares donde predicó el poverello, nacido aquí en el siglo XII.

En este texto, aseguraba que "si queremos salvarnos del naufragio, es necesario seguir la vía de la pobreza, que no es la miseria -ésta hay que combatirla-, pero es el saber compartir, ser más solidarios con los necesitados, confiar más en Dios y menos de nuestras fuerzas humanas".

"Todos estamos llamados a ser pobres y por eso debemos aprender a estar con los pobres, compartir, tocar la carne de Cristo. Un cristiano no es uno que se llena la boca con los pobres, ¡no! Es uno que los encuentra, que los mira en los ojos, que los toca", explicaba.

"Estoy aquí no para «ser noticia», sino para indicar que ésta es la vía cristiana, la que recorrió San Francisco", agregaba. 

Pero el Papa, al hablar ante un grupo de pobres, desocupados y sin techo en la famosa "Sala de las Expoliaciones" del obispado de esta ciudad, donde el santo patrono de Italia, renunciando a todos sus bienes, se desnudó de manera simbólica también de su ropa, decidió no leer ese texto.

Al improvisar, Francisco destacó que "cuando se habla de Iglesia, se cree que se habla de los curas, los obispos, los cardenales, pero la Iglesia somos todos y todos debemos liberarnos del espíritu de mundanidad, que es la lepra, el cáncer de la sociedad".

"Es tan triste encontrarnos con un cristiano mundano", clamó Francisco, quien habló también de "este mundo salvaje que no da trabajo y que no ayuda", en el que hay niños que mueren de hambre y cientos de miles de refugiados, y recordó la tragedia de ayer frente a la isla de Lampedusa, donde murieron unas 200 personas. (AFP / La Nación)

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