domingo, 22 de septiembre de 2013

septiembre 22, 2013
LEON, Guanajuato, 21 de septiembre.- Semana a semana, la agonía se prolonga. Guadalajara es un cuerpo que respira apenas. Está casi muerto. Una nueva derrota. Esta vez por 2-1 en casa de León. El Rebaño Sagrado puede empezar a despedirse del Torneo Apertura 2013. Un nuevo fracaso se asoma en el horizonte.

El León del miércoles pasado, nada tiene que ver con el que sale el sábado a la cancha del Estadio Nou Camp. El empate 1-1 de la Copa MX es un partido infinitamente distinto al de esta noche, en la undécima jornada del Apertura 2013. Con equipo completo y titulares en el terreno de juego, esta Fiera asusta.


Así, desde los primeros minutos, crea preocupación al Rebaño Sagrado. Al ‘2, Matías Britos deja escapar de forma increíble el primer gol, al volar un remate ya sin arquero y al ‘4, José Juan Vázquez mete un disparo que Luis Michel desvía.

Guadalajara luce nervioso. Y ese es un mal peligrosamente contagioso. Lo mismo pueden padecerlo novatos que experimentados. La pelota se encuentra en el área chica, detenida, en espera del contacto con la pierna de Luis Michel, en un saque de meta. El arquero rojiblanco se precipita inexplicablemente.

El pelotazo es corto, pero en dirección al joven Víctor Perales. La potencia termina por incrementar su nerviosismo. No sabe qué hacer. Mete la cabeza y regresa el esférico a su área. Gran “pase” para Darío Burbano. El delantero de León entra sin marca. Michel sale a su encuentro. Se lo quita con una finta. Empuja con la izquierda. Gol de León, al ‘9. Explota la tribuna.


Chivas no tiene pies ni cabeza. Es un equipo desarticulado. La cancha se le hace larga. No encuentra la manera de trasladar la bola de su defensa a la delantera. Un cuadro partido en medio campo está condenado a un gris deambular por el terreno de juego. Así se ven los dirigidos por Juan Carlos Ortega tras la primera anotación.

Tras el desconcierto, llega al fin la calma. El Guadalajara se para mejor. Controla a León. Más por el relajamiento local que por acierto de la visita. Hay intentos de reacción. Marco Fabián conecta una chilena que se va por encima (’21) y enseguida es Aldo de Nigris quien no alcanza a tocar la pelota cuando sólo hacía falta empujarla  a las redes (’23).

En el campo hay dos futbolistas de idéntico apodo, pero disímil accionar. Ambos son Chapo. Jesús Sánchez, el de Chivas, se pierde en la intrascendencia del costado derecho. Luis Montes, el de León, es un importante motor ofensivo, atraviesa un gran momento que lo ha llevado a la primera convocatoria de Víctor Manuel Vucetich. También entre Chapos hay razas.

Desde el costado, viaja el centro al corazón del área. Chapo Montes da un paso para acomodar el cuerpo. Calcula, con la mirada, el lugar preciso donde habrá de encontrarse con la bola. Se tiende de tijera. La pierna izquierda, con pulcra técnica, hace un contacto sólido. El remate es fuerte. Colocado. Imparable. Perfecto.

Luis Michel se tira. Pero es uno de esos lances que el arquero hace, ocasionalmente, como un acto de generosidad: al esférico no llega nunca, pero la plasticidad de su cuerpo estirado y la mirada desesperada al ver el remate entrar pegado al poste sirve como adorno perfecto para la gloriosa imagen del gol. Enorme tanto, al ’37. También entre Chapos hay clases.

En la segunda parte, Juan Carlos Ortega corrige una de esas decisiones inexplicables que todo técnico toma de vez en cuando. O a menudo, según la personalidad en cuestión. Rafael Márquez Lugo, el mejor goleador de Chivas en los últimos tres torneos, abandona su frío lugar en la cancha para entrar al cálido clima del campo.

Ahí es su lugar. Queda claro al ’51. Carlos Fierro desborda por la banda derecha. Manda un centro fuerte y templado. Rafael Márquez Lugo supera la marca con su salto y golpea de cabeza. Sólido. Al fondo. Gol de Chivas. El Rebaño Sagrado se acerca en el arranque del complemento y se lanza con todo en busca del empate.

Pero tiene más deseo que claridad mental. Y eso es imperdonable: el fútbol se ejecuta con los pies, pero se juega con el cerebro. Las aproximaciones rojiblancas, aunque son más en cantidad, resultan controlables. León está más cerca del tercero, al ’75, cuando un cabezazo de Carlos Peña cimbra el travesaño.

El tiempo se escurre para Chivas como agua entre las manos. No hay más. El 2-1 se decreta. Una nueva derrota para el Rebaño Sagrado que prácticamente dice adiós al Apertura 2013. Se estanca con siete unidades y la Liguilla es hoy una utopía. Este León sí ruge y lo hace con fuerza, cuando utiliza su cuadro estelar. (Agencias)