sábado, 24 de agosto de 2013

agosto 24, 2013



Cuando la epidemia de cólera en 1847, el negro Pancho, de casa de don Darío Galera, fue víctima de la enfermedad y llevado por muerto. Como eran tantos los cadáveres, no habiendo tiempo para enterrarlos, lo tiraron en una zanja y le echaron encima un saco de cal.
Pancho volvió en sí con el fresco de la madrugada y, sacudiéndose la cal, se envolvió en su sábana y se fue a su casa, sentándose tranquilamente en el quicio de la puerta. Mientras tanto, regresaron las domésticas que habían ido a misa de cuatro a rogar por su eterno descanso y al verlo, creyéndolo alma en pena, se llevaron el más terrible de los sustos.

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