viernes, 9 de agosto de 2013

agosto 09, 2013
CIUDAD DE MÉXICO, 9 de agosto.- Hace más de tres meses que Hilda García Solís no ha visto a Luis Orlando Flores García, el menor de sus hijos. Dice que es un joven guapo, juguetón y carismático. Asegura que por esta razón era el estilista que mayor número de clientes atraía a su lugar de trabajo, una estética ubicada en la colonia Santa María la Ribera. Él es uno de los cinco jóvenes que fue visto por última vez la madrugada del 20 de abril en el Virtual Club, un antro ubicado en la delegación Gustavo A. Madero de la capital mexicana.


Hilda García lamenta que pese a que ésta fue la primera desaparición de un grupo de jóvenes en un antro del Distrito Federal en este año, medios de comunicación y autoridades hayan centrado su atención en el caso de los 12 jóvenes originarios del barrio de Tepito, hechos ocurridos en la delegación Cuauhtémoc el 26 de mayo. “¡Nuestros hijos son casi la mitad de ellos!” 

La madre se dice desesperada, pues además de soportar que señalaran a su hijo como sospechoso de la desaparición de los otros cuatro jóvenes solamente por ser gay y haber sufrido malos tratos de instituciones de gobierno, sostiene que éstas no le han dado resultados. Además de Luis Orlando de 20 años, también se encuentran desaparecidos Rodrigo González Villeda de 15 años de edad; Jonathan Barrios Ferreira de 22; Jorge Daniel Casasola López de 19 y Jonathan Astivia Velázquez de 27. 

Detalla que ésta es de las pocas veces que ha podido hablar de su hijo sin llorar. Aunque todavía sus ojos se llenan de agua, aprieta los dientes, guarda silencio y ninguna lágrima rueda por sus mejillas. Hilda piensa que ya no es débil, quiere ser fuerte por él. Confiesa que a veces, sin ánimos, sale a las calles porque cree que si ella no hace algo, “nadie más lo hará”. Segura dice que su hijo está vivo, pero le desespera no saber dónde está y en qué condiciones se encuentra. “Luis es muy vanidoso, siempre limpio y arreglado, le deprimía no estarlo”. El sueño de Luis Orlando es tener su propia estética. 

“No había ni un día que no me hablara por teléfono, desgraciadamente llegó ese 20 de abril que no lo hizo”. Lo último que Hilda supo de su hijo fue que iría a divertirse con unos amigos. El único testigo que vio por última vez a los cinco jóvenes –con los que convivió esa madrugada-, también es estilista, se trata de un ex compañero de trabajo de Jonathan Astivia Velázquez, otro de los desaparecidos. La persona que atestiguó los hechos dijo a autoridades y familiares que al ir y regresar del baño, en aproximadamente 10 minutos ninguno de los cinco estaba ya en el Virtual Club. 

Hilda García está convencida de que alguien se llevó a su hijo, argumenta que él “aunque muy independiente”, nunca iba a ningún lado sin avisarle. En charla con esta agencia dice no haber escuchado a Luis Orlando pronunciar los nombres de los otros desaparecidos, sólo el de Jonathan Astivia amigo y compañero de estética, quien de acuerdo con lo informado por los otros padres, les cortaba el cabello a Daniel, Rodrigo y Jonathan Barrios. 

La madre descarta que lo hayan secuestrado por dinero pues la familia no tiene solvencia económica. “Ni siquiera tenía cuentas de banco y nunca llamaron para pedir algo”. Desconoce si Luis Orlando tiene algún nexo con las drogas o si las consume, tampoco portaba mucho dinero, por lo que duda que las vendiera. Prefiere que su hijo esté tras las rejas que desaparecido “así al menos sé dónde está y puedo verlo”. 

Indignada, Hilda exige a las autoridades que le regresen a su hijo, pues asevera que éstas tienen la culpa de su desaparición por facilitar el secuestro en lugares de esparcimiento y permitir que en la capital del país operen antros ilícitos, como aseguró era el Virtual, club donde se dejaba entrar a menores de edad como fue el caso de Rodrigo González de 15 años. “¿Cuántos más van a dejar que desaparezcan?”. 


Cuando comenzó sus investigaciones, uno de los primeros lugares a los que acudió fue al bar donde se vio a su hijo por última vez y ahora está clausurado. “Ese antro estaba pesadísimo. Se movía mucha droga e iba gente muy pesada, narcos de Tepito, de la colonia Morelos y del municipio de Nezahualcóyotl”. 

Desesperada, ha pedido ayuda a la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF), a la Procuraduría General de la República (PGR), a la Secretaría de Gobernación (Segob) y al Centro de Atención a Personas Extraviadas y Ausentes (Capea), en éste, asevera que el trato ha sido “mucho muy malo”. 

Piensa que para el Capea, ella y su pareja son sospechosos de la desaparición de los cinco jóvenes, entre ellos un menor de edad. Detalla que hace casi un mes como parte de las investigaciones, personal de dicha institución acudió a la casa de su pareja. Durante la visita, dos hombres no dejaban de vigilarlo, uno de cada lado. Ahí, tomaron fotografías a todo el departamento, y pertenencias como cobijas, colchones, la base de la cama, la cisterna. “Como si mi pareja fuera un vil ratero. Quiero dejar esto muy claro. ¡No somos delincuentes! ¡Sólo pedimos ayuda!” 

Desde un principio dijo sentirse señalada y exiliada, incluso, dentro del grupo de padres de los desaparecidos vistos por última vez en ese antro ubicado en la delegación Gustavo A. Madero, cerca de la estación 18 de marzo del Sistema de Transporte Colectivo Metro. Algunos de ellos externaron frases como “con qué personas se fueron a juntar mis hijos” y “¡maldita la hora en la que los conocieron!”. Se referían a Jonathan Astivia y a su hijo, señalados -al principio- como sospechosos por ser homosexuales. 

Ante la duda de la orientación sexual de los otros jóvenes, ha escuchado que las madres dicen sobre sus propios vástagos: “si es así pues ya ni modo”. Según Hilda, a Guadalupe, madre del menor Rodrigo González, al momento de interponer la demanda le dijeron: “señora ¿qué se espera de su hijo? El día de mañana le va resultar que es puto, drogadicto y alcohólico”. 

La madre de Luis Orlando externa que al igual que Guadalupe ya no quiere ir al Capea, debido a los malos tratos, pero acude para no ser sospechosa de la desaparición de su propio hijo. 

“Quisiera tener mucho dinero para encontrar a mi hijo” 

Hilda subraya que si tuviera dinero como la empresaria Isabel Miranda de Wallace podría encontrar a Luis Orlando, pues asegura que las autoridades no tienen la voluntad de hacerlo y ella no cuenta con los recursos para buscarlo por todo el país. Menciona que aunque tiene problemas económicos no puede trabajar “porque sino ¿quién busca a mi hijo si yo no lo hago? Aunque sea pegando cartelones pero algo tengo qué hacer”. 

En 2005 Isabel Miranda, ahora activista y presidenta de la asociación civil “Alto al secuestro” y ex candidata a la jefatura de gobierno del DF en las elecciones pasadas por el Partido Acción Nacional, aunque no logró encontrar a su hijo Hugo Alberto Wallace Miranda con vida, a través de espectaculares que anunciaban altas recompensas y con las fotografías de los secuestradores, logró encarcelar a cuatro de los cinco captores de su hijo. 

Asevera que ha pasado de la angustia y el llanto, al enojo y a la desesperación. “¡Nadie nos hace caso! Y yo creo que mi hijo está vivo”. El argumento único de las autoridades es que hay una línea de investigación pero sin resultados. “Del Capea únicamente recibo llamadas, porque si voy a preguntar directamente se enojan”. 

Hilda, quien vive en las inmediaciones de la Plaza de Garibaldi, considera que desconocer cómo proceder ante instancias gubernamentales obstaculiza la búsqueda de su hijo. Juan Carlos Trujillo, integrante del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, les ofreció ayuda jurídica un 10 de mayo cuando hacían una huelga de hambre, “nos ha asesorado y abierto las puertas” de otras instancias. Hasta ahora se han reunido con Lía Limón de la Subsecretaría de Asuntos Jurídicos y Derechos Humanos de la Segob y Zulma Campos Mata, la subprocuradora de Atención a Víctimas del Delito de la PGJDF. 

Si las autoridades no le ofrecen resultados, Hilda junto con los demás padres y madres, planea cerrar las calles y manifestarse con pancartas, mismas que dice ya están listas. “Si las autoridades siguen sin darnos respuesta llegaremos a Los Pinos”. Quiere que sus peticiones sean escuchadas por Enrique Peña Nieto, presidente de México, acción que ve complicada “veo muy difícil que nos haga caso”. 

“¿Por qué a los del Heaven sí y a nosotros no?” 

Considera que les han puesto mayor atención a los desaparecidos del caso Heaven, los 12 jóvenes supuestamente levantados en un antro de Zona Rosa, todos procedentes del barrio de Tepito. Hilda dice ver todos los días en los medios al menos una nota de ellos y cada vez menos noticias referidas a las personas vistas por última vez en el antro Virtual. “Todos los días sacan algo nuevo de ellos, ¿por qué de nuestros hijos no? A nuestros muchachos los hicieron a un lado”. 

Lamenta que de igual manera, las autoridades no hayan dado asesoría jurídica ni psicológica a los padres y madres, ni ofrecido ninguna recompensa por estas cinco personas como lo hicieron con los jóvenes de Tepito. 

Afirma que acompañados de Juan Carlos Trujillo han tratado de acercarse a los padres de los jóvenes del caso Heaven, pero dice que se muestran herméticos. Asegura que los demandantes de ambos casos, se han encontrado en la PGJDF, pero los progenitores de los desaparecidos pertenecientes al barrio de Tepito no permiten que se les acerquen y dicen no querer la ayuda de nadie sólo de las autoridades. 

En cuanto al caso que incumbe a Hilda García, ella piensa que las autoridades no están comprometidas con la búsqueda de los cinco jóvenes del caso Virtual Club. 

Desde el primer momento en que los padres interpusieron la denuncia aquel 23 de abril -a los tres días de la desaparición- “como si nos hubiéramos puesto de acuerdo, una tras otra denuncia” pidieron se examinaran los videos grabados por las cámaras del antro, “un oficio no te tarda más que unas horas en hacerlo e irlo a entregar, ellos se tardaron dos semanas, cuando al fin tuvieron la orden para solicitar los videos ya no los tenían, fueron borrados a los siete días, de esta manera también se borraron nuestras esperanzas de ver a nuestros hijos y de tener pistas para saber quién se los llevó”. 

Recuerda que a una semana de la desaparición de los jóvenes, cerraron el antro “supuestamente por remodelación. Nunca vimos que hayan metido material para remodelar, ni sacado nada de aquel establecimiento”. Asegura que dos semanas después de ello, se volvió a abrir este lugar de esparcimiento, al saber eso, los padres acudieron para hablar con el dueño, pero los empleados recién contratados informaron que ya no era la misma persona quien estaba a cargo. 

“Todo era nuevo, no entiendo la autorización dada para reabrir ese lugar porque era un antro ilícito, no tenía papeles en regla para operar. ¡Empleados nuevos!, ¿Qué es lo que tratan de esconder? y ¿por qué le pasó esto a nuestros hijos?" (Iris Velázquez para NotieSe)

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