jueves, 15 de agosto de 2013

agosto 15, 2013
Historias de reportero | Carlos Loret de Mola Álvarez | 15-VIII-13

Jesús Zambrano levantó la vista para encontrarse los ojos de Miguel Osorio Chong y Luis Videgaray Caso. El dirigente nacional del PRD había escuchado de los secretarios de Gobernación y Hacienda un avance del contenido de la iniciativa de reforma energética. Le preguntaron hasta dónde estaba dispuesto el PRD a aprobar la apertura al capital privado. “Nosotros vamos hasta donde vaya el ingeniero Cárdenas”, contestó Zambrano.

Además, la noche de antier se reunieron los gobernadores perredistas (Mancera, Graco, Gabino, Núñez y Aguirre) con Zambrano Grijalva. El acuerdo fue el mismo: la postura será la que asuma “el ingeniero”.
El ala moderada de la izquierda tiene dos motivos para colocarse “detrás” del ingeniero para el debate energético: primero, él está calificado para argumentar no sólo política sino técnicamente; y segundo, es el único capaz —hasta por genética— de arrebatar la bandera de la defensa del petróleo a Andrés Manuel López Obrador (el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano nació cuando estaba en campaña presidencial su padre, el general Lázaro Cárdenas del Río).

Al ingeniero el gobierno federal lo viene cabildeando desde hace meses. Se han encargado de ello el secretario Videgaray y el director general de Pemex, Emilio Lozoya. En varias reuniones han ido explorando sus posturas. En una de las más recientes, de las definitorias, Cárdenas les dijo que no se opondría a los contratos privados porque incluso la Suprema Corte ya los avaló, pero que sería férreo opositor a cualquier intento de cambiar la redacción de la Constitución.

En la esgrima política, el gobierno federal le lanzó en la iniciativa energética que el artículo 27 de la Carta Magna fuera tal y como lo legó su padre. Cárdenas le reviró desdeñando la discusión sobre el artículo 27 y tratando de concentrarla en el artículo 28, el otro constitucional que pretende reformar el gobierno.

Es claro que Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano no quiere parecer tan radical como López Obrador, pero tampoco un “entreguista”. En la disputa por los votos progresistas del país, los moderados en el Partido de la Revolución Democrática saben que si se radicalizan mucho, en realidad estarían “haciéndole el caldo gordo” a Andrés Manuel. Pero si no se oponen, lo convertirían en el único anti-reforma que aglutinaría todas las voluntades en contra del plan de Peña Nieto.

Para el gobierno, lo que preocupa de la postura de sus opositores de izquierda es que puedan encender las calles con movilizaciones. Pero en realidad les ocupa más tener cerca a sus rivales de derecha, con quienes planean juntar los votos para aprobar la reforma energética, en la que les va el sexenio.

SACIAMORBOS

Se siente que quieren entrarle con el gobierno, pero andan buscando cómo legitimar su voto. A lo mejor la cabeza de Romero Deschamps es una moneda de cambio que les permita justificar en el discurso el apoyo a la reforma. Es claro que sus días al frente del sindicato petrolero están contados... por las buenas... o no.

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