jueves, 22 de agosto de 2013

agosto 22, 2013
MADRID, 22 de agosto.- Nenad Stankovic fue escolta y asistente personal del gran maestro americano entre julio de 1992 y septiembre de 1993. Con el campeón fallecido, desvela algunos de sus secretos.

Nenad Stankovic publicó el año pasado el libro «The greatest secret of Bobby Fischer» (El mayor secreto de Bobby Fischer), que aún no se ha editado en España, aunque sí en Estados Unidos. Su prosa no creará escuela, pero cuenta infinidad de historias y anécdotas interesantes. El autor asegura que pasó 15 meses con Bobby con motivo de su duelo de revancha contra Boris Spassky, en Serbia y Montenegro, a pocos kilómetros del sitio a Sarajevo de 1992, sin acatar ningún embargo.

Bobby Fischer falleció el 17 de enero de 2008 a los 64 años tras una larga enfermedad, en Reikiavik, Islandia (RVU), donde vivía desde marzo de 2005.
Cuenta Stankovic, asistente y guardaespaldas de Fischer, que soportó bien los caprichos y manías del genio 24 horas al día, como su obsesión por los cortes de pelo y trajes perfectos, pero que sufrió con el antisemitismo de Bobby, quien jamás pronunciaba la palabra judío sin anteponer el adjetivo «sucio». Incluso le confesó que desde joven oía voces que le impedían dormir. ¿De quiénes? «De los malditos judíos». Los comunistas tampoco le parecían mejores, sobre su padre se negó a hablar y a su madre llegó a llamarla «zorra» por teléfono. Los periodistas sólo eran unos seres deshonestos que querían desconcentrarlo.

Además de obsesivo, Bobby era una persona extremadamente paranoica, que pensaba que la CIA o el Mossad le querían asesinar. También exigió que revisaran la sala de descanso de la que según él abusaba su «amigo» Boris. Temía que recibiera ayudas ilícitas de los rusos, que según él amañaban «todas» las partidas (el tiempo le daría la razón con algunas). Fischer le contó también que la CIA estuvo a punto de reclutarlo de joven y se quejó de que no ayudara tanto como el KGB a los rusos.

Es conocido que el campeón desaparecido desde 1972 volvió a los tableros por dinero, tras veinte años de mutis. Cinco millones de dólares (3,65 para el ganador) tuvieron la culpa. Si hubiera prosperado la oferta de España, de cuatro millones, el mundo entero se había ahorrado bastantes problemas. Lo que casi nadie sabe es que a Fischer le costó un infierno cobrar lo estipulado. El organizador, Jezdimir Vasiljevic, amigo del presidente serbio Slobodan Milosevic y presidente del Banco Jugoskandic, sería detenido en 2009 por estafar 130 millones de dólares en un esquema Ponzi. A Fischer le pagó mucho después de lo prometido, cuando el americano ya estaba instalado en Hungría, desesperado y sin saber qué hacer, aparte de visitar a las famosas hermanas Polgar.

Robert James Fischer llegó a planear un duelo con la menor de ellas, Judit, después de descartar a Kasparov y Karpov por «criminales» y a algún otro por diferentes motivos. Stankovic opina que su soñado duelo con la mejor jugadora de la historia no fructificó porque el americano temía perder, pese a que se puso sobre la mesa una bolsa de premios fabulosa. Al parecer, Bobby también metió la pata con algún comentario antisemita en casa de los Polgar, que eran judíos.

Otro de los momentos culminantes del libro es una escena inverosímil. Spassky pidió (¡al guardaespaldas!) más dinero por seguir «dejándose ganar». El viejo Boris (55 años) insinuó que el nivel de Fischer (49) era muy pobre, pero que el circo estaba montado para romper el bloqueo al país y ver resurgir al genio. El autor consideró aquello un farol y desoyó el chantaje, aunque cree que Spassky acabó logrando algo. (ABC)