jueves, 18 de julio de 2013

julio 18, 2013
Historias de reportero | Carlos Loret de Mola Álvarez | 18-VII-13 

A las 3 de la madrugada con 45 minutos del lunes, Miguel Ángel Treviño Morales, líder del cártel de Los Zetas, se vio prácticamente cercado.

Por aire, un helicóptero Black Hawk (halcón negro) maniobró para que se detuviera su camioneta pick-up de la marca Ford, tipo F-250 Super Duty, modelo 2013, color plata. En tierra, varios elementos de fuerzas especiales de la Marina le cerraron el paso levantando el polvo del camino de terracería y exhibiendo las armas de grueso calibre con la mira apuntándole.

Miguel Ángel Treviño Morales, el "Z-40"

Sus dos acompañantes se tiraron al suelo de inmediato. El "Z-40" quiso huir. Salió corriendo hacia los matorrales que flanqueaban la vía en las inmediaciones de Anáhuac, Nuevo León. Estaba muy oscuro. Los oficiales estaban equipados con visión nocturna, pero los directivos zetas no. Treviño tropezó y cayó en varias ocasiones, según el reporte de quienes formaron parte del operativo y que terminaron persiguiéndolo y atrapándolo. A esos traspiés atribuyen los marinos que el narcotraficante haya aparecido levemente lastimado de la cara en las imágenes que se distribuyeron a los medios de comunicación para anunciar su arresto.

La Secretaría de Marina desmintió que en el operativo se hubiera recibido alguna ayuda concreta del gobierno de Estados Unidos. Rechazó también la versión de que se emplearon drones (aviones no tripulados) para seguir al líder de Los Zetas, quien “vivía a salto de mata, temeroso de ser capturado”, relató una fuente oficial involucrada en el operativo.

10 minutos más tarde, a las 3:55 A.M., ya sometido por los elementos de élite que llevaban meses en la región cazándolo, Treviño Morales abordó una de las camionetas oficiales que lo trasladó a la base de operaciones de Infantería de Marina en Nuevo Laredo, Tamaulipas.

En esas instalaciones se identificó: “Soy el Z-40”. Los marinos, cuyo órgano central de inteligencia le siguió la pista por tres años, corroboraron su dicho por dos tatuajes característicos del capo: una cobra en la parte interna de su antebrazo derecho y un letrero “Hecho en México” en la espalda.

De acuerdo con los mismos testimonios, el líder de Los Zetas advirtió que lo iban a rescatar sus leales. Nunca hubo tal intento. Por precaución lo llevaron a otra base de operaciones, la temporal de Infantería de Marina localizada en Monterrey, Nuevo León. Ahí llegó a las nueve de la mañana y pidió hablar con su novia. Según el parte, en la capital nuevoleonesa le tomaron las muestras biomédicas para verificar su identidad. Las dos personas que viajaban con él fueron identificadas. La Marina detectó que uno de ellos había mentido al dar su nombre: su guardaespaldas de confianza declaró llamarse Ernesto Reyes García alias La Chongo, cuando en realidad es Óscar Navarro Sánchez.

SACIAMORBOS

En el edén quieren despacharse a otro ex gobernador priísta. La demanda llega a hoteles de Canadá.

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