Este don Lorenzo Mateo Caldera, cura de Hunucmá, sintiendo en el año de 1978 que llegaba la hora de su muerte y no teniendo más familiares que una negra esclava a la que ya antes había otorgado su libertad, resolvió que sus modestos bienes se empleasen íntegros en sufragios por su alma y al efecto condensó su testamento en la siguiente décima, que dictó al notario ante dos testigos;
"Soy católico cristiano,
la fe de Cristo profeso;
pido entierro sin exceso
y a justas mandas me allano.
Revoco lo de antemano;
nombro a mi alma heredera,
a Antonina tenedera,
albacea con opción.
Esta es mi disposición
Lorenzo Mateo Caldera".
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