jueves, 25 de julio de 2013

julio 25, 2013
RÍO DE JANEIRO, 26 de julio.- «No lloré en ningún momento y no voy a llorar ahora», aseguró Oscar Schmidt, uno de los mejores jugadores brasileños de baloncesto de la historia, el día en que comunicó públicamente que había ganado la segunda batalla contra el cáncer. «Era un tumor pequeño, de tercer grado, pero maligno. Esta enfermedad ha topado con el hombre equivocado», apuntó.

En aquella ocasión, el deportista pidió a los médicos que no pusieran en riesgo sus facultades de habla al intervenirle quirúrgicamente el tumor que afectaba parte de su cerebro. «Podré vivir en silla de ruedas pero no sin la capacidad de expresarme». 

Francisco bendice a Oscar Schmidt.

Años más tarde, la Medicina le brindó una oportunidad: poder conversar con el Papa durante la ceremonia en la que se le hizo entrega de las llaves de Río de Janeiro y que tuvo lugar ayer. «La bendición más grande que se puede tener es la del Papa», expresó al Pontífice mientras agarraba su mano y lloraba, años después, de emoción.

Además, Schmidt, que se ha convertido en todo un referente al otro lado del Atlántico, acudía al encuentro con una gorra con la que cubría las secuelas de los tratamientos de radioterapia y quimioterapia. Postrado en una silla,le dijo al Papa que no quería nada para él puesto que la vida le había tratado bien, a pesar de la patología que ha sufrido. Su petición fue sólo una:«Padre, quiero lo mejor para el pueblo brasileño, que es una gente sufrida que vive un momento político e histórico complicado».

El Papa en la noche, en Copacabana. (Clic a las imágenes).

Schmidt, apodado en su país natal «Mano Santa», acudió al Palacio de la Ciudad junto a 200 deportistas invitados por el alcalde de Río de Janeiro. Entre la comitiva de atletas, se encontraban los paralímpicos Karla Cardoso, Lars Grael y Guilherme Lima Ventas, que también tuvieron la oportunidad de compartir gestos cómplices con Su Santidad.

En concreto, Lima fue la encargada de entregarle las llaves de la ciudad. «No podía creerme que me hubiesen invitado al acto», manifestó la protagonista. Los sentimentos de los asistentes florecían una vez que se encontraban a menos de un metro del Papa.

Impresionante multitud de un millón de fieles reunidos para mirar y escuchar al Papa Francisco en Copacbana.

Muestra de ello fue que Fabiana, campeona olímpica de voleibol, se entusiasmó al estrecharle la mano y no encontraba el modo de expresar lo que en ese momento sentía. «Estoy sin palabras. He conseguido darle la mano y él me ha bendecido», contó a los medios.

Además, el Papa pidió en su cuenta de Twitter que el deporte se conviertiese en un instrumento de «intercambio y de superación y nunca de violencia y de odio». Una superación que quedó escenificada al estar rodeado de discapacitados.

Antes de finalizar el acto, desde el balcón del edificio, Francisco recibió con cariño los vítores que le dedicaron los peregrinos agolpados a las puertas del Palacio de la Ciudad. «Sólo la religión católica y el fútbol son capaces de reunir a tanta gente», argumentó Carlos Alberto Parreira, entrenador de la selección de fútbol de Brasil. (Laura Benito / La Razón España)

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