martes, 16 de julio de 2013

julio 16, 2013
Recordando a Celia

Azúcar para toda una época

por Leila Cobo

El 3 de agosto de 1950, la orquesta más famosa de Cuba, La Sonora Matancera, incorporó a sus filas a una nueva cantante. Era joven, relativamente desconocida, de familia humilde, y había trabajado en programas de radio por toda la isla. Estaba dotada de una de las voces más prodigiosas así como de una provocativa personalidad jamás vistas en el ámbito de la música cubana.

Cincuenta años después, y habiendo grabado igual número de álbumes, Celia Cruz es sin discusión la figura femenina más conocida e influyente en la historia de la música afrocubana. Y lo que es más notable aún, su carrera, igual que su matrimonio de 38 años con el trompetista de La Sonora, Pedro Knight, ha ido en constante ascenso durante cinco décadas, sobreviviendo cambios de sello disquero, de público y, lo más significativo, cambios en la forma de producir, interpretar y percibir la música latina.



Durante su larga asociación con La Sonora, y con Tito Puente, Fania Records y Johnny Pacheco y RMM Records, y con el que fue durante mucho tiempo su manager Ralph Mercado, Celia ha creado un extraordinario catálogo de discos, que efectivamente documenta la historia de la música conocida ahora como salsa.

Celia, que emigró de Cuba a Estados Unidos en 1960, jamás volvió a vivir allí, pero mantiene un permanente vínculo musical con su patria, que da colorido a cada aspecto de su trabajo.

Ahora, con un recién ganado Grammy Latino como la Mejor Intérprete de Música Tropical, Celia, con Knight al lado, habló de su historia musical y de su nuevo álbum, Siempre viviré, el primero que hace con Sony Discos, al igual que sobre el inicio de una nueva etapa en su carrera.


¿De quién fue la idea de versionar "I will survive" en salsa? --Lo canté porque me gustó ese tema hecho por Gloria Gaynor, y me encantó hacerlo en esta versión, no me lo impuso nadie.

--¿Quién la alentó a hacerse cantante?
--Tal vez si mi madre no hubiera existido yo no sería artista, porque mi padre nunca quiso que lo fuera. Mi mamá era quien me decía: 'Nada, nada, tú sigue ahí'.

--¿Qué la llevó a cantar profesionalmente?
--Yo fui a un programa de aficionados que se llamaba La hora del té. Canté un tango, Nostalgia, y gané. Después que gané, entonces quise ir a todos los programas de aficionados que había en Cuba. Ahí fue cuando mi padre dijo que no. Al principio, yo iba sola, y luego iba con una prima mía que se llama Nenita, que todavía vive en Cuba.


Yo era delgadita y chiquita. Y como cada viaje en tranvía costaba cinco centavos y nosotras no teníamos dinero suficiente, yo me sentaba en las piernas de Nenita, porque ella era más grande que yo. Los conductores nos conocían y, a veces, me dejaban sentar en el asiento al lado de ella, cuando el tranvía iba vacío. Una vez, no teníamos dinero para regresar y volvimos a pie. Llegamos a las 2 de la mañana.

--Ha tenido varias etapas clave en su carrera, con La Sonora, con Tito Puente, con Fania. ¿Cuál ha sido la más significativa para usted?

--En primer lugar, con La Sonora, porque ahí fue donde me hice de un nombre. Y en segundo lugar, con Fania. Antes de Fania, yo estaba con Tito Puente en Tico Records, pero no me estaban promoviendo bien. Pero con Fania, Jerry Masuchi me promovió muy bien, y grabé el segundo álbum con [Johnny] Pacheco. Su grupo me recordaba a La Sonora.

--En cuanto a Tito Puente, ustedes siguieron siendo amigos. Me imagino que su muerte la debe haber afectado terriblemente.

--Yo estaba en Argentina cuando él murió. El día que ocurrió, suspendí el show. El público comprendió. Ni siquiera pidieron la devolución del dinero. Cuando hice el show, pedí un aplauso y un toque de timbales en honor a Tito. La noche antes, yo estaba en el hotel y el teléfono sonó. Eran las 11:20 p.m. y cuando cogí el teléfono, no había nadie. Creo que fue él. Cuando regresé a casa, escuché los mensajes en la máquina y había uno de Tito, que casi nunca llamaba. Y me decía: 'Celia, es Tito. Sé que me llamaste y te lo agradezco. Adiós'. Y para nosotros los cubanos, cuando alguien dice 'adiós', es que se va. No he borrado ese mensaje. Quiero conservarlo.



¿Ya estaba grabado "Oye cómo vá (cuando murió Tito Puente)? --Sí. Creo que fue una idea pensada porque Santana se ganó como ocho Grammy, pues era como para revivirlo, bueno, "Oye cómo vá" no morirá nunca. Y me gustó la idea de hacerlo con él, ya que nadie lo había hecho, pero lamentablemente...
 
--Cuénteme de su nuevo álbum.

--Es mi primer álbum con Sony. Lo que tiene de diferente es que no es un álbum de salsa. Bueno, es y no es. Tiene un bolero, por ejemplo, La llave. Y un tango, Tango uno, en tiempo de salsa. Está también Oye cómo va, y una canción que se llama Échale agua a la sopa. Vaya, hay canciones para todos los gustos.

El tango, sin embargo, alguien de la Argentina tal vez lo escuche, pero hay que bailarlo como salsa. Yo no iba a cometer el error de grabar tangos.

--Hace tiempo que usted quiere grabar boleros. De hecho, usted dice que quiere hacer un álbum de boleros.

--Eso sí quiero hacerlo. Pero no iba a pedirles [a Sony] grabar un álbum de boleros enseguida. No quiero caer pesada y, después de todo, no creo que ellos me contrataron para grabar boleros.

--¿Qué cambios importantes ve en la salsa, entre la época en que usted comenzó y ahora?

--Eso es algo en lo que no pienso mucho. Ha habido cambios, por supuesto. Antes, nadie usaba instrumentos electrónicos, y los arreglos son totalmente diferentes. Por eso algunas personas no se dan cuenta de que el origen de esa música es cubano.

--¿Por qué cree usted que no hay más mujeres intérpretes de salsa que tengan gran éxito actualmente?

--Chica, yo no sé. En Cali [Colombia] hay un montón de orquestas con mujeres. Y hay muchas mujeres [muy conocidas], pero la mayoría de ellas canta merengue. En Cuba, siempre hubo mujeres que cantaban ese género. No muchas, pero las había.


¿No ha pensado en retirase?-- ¿Quién dijo eso? Quiero morirme en un escenario, delante de ustedes, como Miguelito Valdés, Víctor Piñero. Ya dije que no quiero morirme en Colombia, pobres colombianos. Que sufran y lloren otros pero ¡no me voy a retirar! (De una entrevista con Jesús M Corral)

--¿El hecho de ser mujer fue una desventaja para usted?
--En lo absoluto. Me fue muy bien. Los hombres siempre me admiraron.

--Se menciona a menudo a la India como su sucesora.

--No. Ella no está siguiendo mi camino, sino su propio camino, y lo está haciendo muy bien. Recuerda que ella tiene una voz diferente. Y antes cantaba en inglés.


--¿Cree usted que quizás hay cierta resistencia hacia las mujeres que cantan ese tipo de música?

--No sé. Algunas se casan, quizás tienen hijos y no continúan. La verdad es que hay muy pocas y yo quisiera ver que hubiera más. Yo siempre les doy consejos. Cuando empiezan a cantar un número de Celia Cruz, siempre les digo: 'Mira, te agradezco que cantes mis canciones, porque así le recuerdas al público que yo existo. Pero trata de tener tu propio repertorio. Porque tal vez seas mejor que yo'.

--¿De donde salió la famosa exclamación '¡Azúcar!'?

--Yo estaba cenando en un restaurante de Miami, y cuando el camarero me ofreció café, me preguntó si lo tomaba con o sin azúcar. Yo le dije, 'Chico, tú eres cubano. ¿Cómo vas a preguntarme eso? ¡Con azúcar!'. Y esa noche, durante mi show (yo siempre hablo durante el show, para que los trompetistas descansen la boca) le hice el cuento al público, y se rieron. Un día, en vez de hacer el cuento, simplemente bajé los escalones y grité ¡Azúcar! Eso fue en los años 70.

--Una de sus mayores ventajas es que usted puede salir al escenario y hacer que las cosas parezcan tan nuevas como la primera vez que las cantó. ¿Cómo se las arregla?

--Primero que todo, me cuido mucho. Descanso. Hoy estoy hablando con usted, pero mañana, que tengo que cantar, no concedo entrevistas. Mañana me cuido la voz. Si tengo la más mínima molestia en la garganta, hago gárgaras de agua con sal. En segundo lugar, planifico bien mis shows. Si voy a actuar en Los Angeles, pienso: 'Aquí tenemos mexicanos y centroamericanos, ¿qué canciones son las que les gustan?' Siempre trato de adaptar mi repertorio a un público en particular. Y por último, siempre estoy cambiando mi vestuario y mi apariencia en el escenario.

--Ahora que habla de la apariencia, las pelucas son algo característico en usted. ¿Cuándo empezó a usarlas?

--Cuando llegué a este país. Estaban de moda entonces. Ahora las uso porque realmente las necesito. ¡Yo no tengo mucho pelo!

--Usted lleva mucho tiempo en esto, ¿el reciente boom internacional en la música latina ha sido algo significativo para usted?

--Bueno, los Grammy, por ejemplo. Siempre pensamos que debíamos tener algo así, porque los norteamericanos no conocen a todos los artistas latinos. Ahora está Ricky Martin, que nació en Puerto Rico y habla inglés. Así que a él lo conocen más.

Lo que está pasando es algo muy positivo, especialmente para los que están surgiendo ahora. Y me gusta que nuestra música, que ha sido siempre nuestra cultura, se aprecie más. Nosotros tenemos ritmos que ni siquiera nuestra propia gente los conoce. De manera que, ¿cómo vamos a esperar que otros sepan diferenciar? Pero por lo menos ahora empezamos a darnos cuenta, y me encanta que podamos cantar en muchos idiomas y así y todos conservemos nuestras raíces.

--Por último, en este momento y época, doblar, en vez de cantar en vivo, se ha vuelto la norma en muchos shows y programas de televisión. Usted es famosa por negarse a hacerlo, incluso cuando por cuestiones de acústica es necesario.
--Siempre, mi vida, me ha gustado cantar. Yo no puedo salir ahí y fingir. Cuando hicimos Celia and Friends canté todo el tiempo. En Cuba, trabajé mucho con un hombre que se llamaba Rodrigo Neira, que era coreógrafo de Tropicana. El quería que la cantante cantara, y que la bailarina bailara.


Cintarazo le dedicó hace 10 años en su Lira Sartorial:

¡Azúcar!


Bajo pretexto de saber su edad

la retiró el de arriba del festejo.

Celia al cielo llegó pidiendo espejo.

Comprobó que ya estaba su fealdad.


Su tumbao le dio felicidad

y la voz a la cara en el cotejo

se impuso y la hizo bella con un dejo

de rubia miel sobre la realidad.


No bastaba Compay para la fiesta.

Quiso al diamante de la Matancera

para su coro el Director de orquesta


y así fue que dispuso que muriera...

Caiga también Fidel en esa siesta,

Cuba quiere vivir de otra manera.

Cintarazo

Mérida, salsera, 2003.